Un Pontificado lleno de sorpresas

Joaquín Luis Ortega, sacerdote y periodistaJOAQUÍN LUIS ORTEGA | Sacerdote y periodista

“De aquella ofensiva y falaz caricatura, él mismo nos ha hecho pasar a su verdadero retrato. La última sorpresa, su decisión de renunciar al papado, ha sido la sorpresa de mayor calibre…”

Un breve y somero recorrido por el pontificado de Benedicto XVI (2005-2013) lleva a la persuasión de que en él han abundado las sorpresas. En su arranque, algunos sectores progresistas propalaban que Joseph Ratzinger iba a ser un Torquemada o, en todo caso, un “pastor alemán”. Es decir, un papa duro e intransigente. A la hora de su despedida, está siendo globalmente considerado casi como el prototipo de la mansedumbre.

Se temía que, como intelectual y teólogo alemán, sería difícilmente asequible para el pueblo cristiano en general. Ha resultado un catequista neto y un comunicador excelente. Temíase que no alcanzara con la juventud el nivel de identificación al que había llegado Juan Pablo II. Pero recuérdese, por ejemplo, el grado y la intensidad afectiva que alcanzó en la JMJ de Madrid. Sorpresa total.

Creyeron muchos que, tras el bombazo de la pederastia eclesial, no iba a saber o querer erradicarla. La combatió con tanta energía como misericordia. Los que pronosticaban que su pontificado implicaría la frustración del Vaticano II y el final de sus aperturas eclesiales, se han encontrado con iniciativas tan nuevas y tan conciliares como la experiencia del Atrio de los Gentiles o el proyecto tan conciliar y tan evangélico de una nueva y global evangelización. Quizá muy pocos hubiesen pensado que Benedicto XVI sería capaz de bajar al terreno de la comunicación actual y se sorprenderían al encontrarse con su presencia personal en Twitter. Esa larga y densa concurrencia de sorpresas, a lo largo de su breve pontificado, ha ido configurando el verdadero y real retrato de Benedicto XVI.

De aquella ofensiva y falaz caricatura, él mismo nos ha hecho pasar a su verdadero retrato. La última sorpresa, su decisión de renunciar al papado, ha sido la sorpresa de mayor calibre. Ha puesto de relieve su calidad humana y religiosa. Ha sido un ejemplo de dignidad y de cordura, de sensatez y de elegancia espiritual. Ha dejado al mundo entero –y no solo a la cristiandad– con la boca abierta en un tiempo de afilada crisis de valores. Ha sido el final sorprendente de un pontificado felizmente lleno de sorpresas.

En el nº 2.838 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: BALANCE DE UN PONTIFICADO

ESPECIAL WEB: BENEDICTO XVI RENUNCIA

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