Un peregrino en la JMJ: la juventud del Papa

jóvenes participantes en la JMJ Río 2013 en la vigilia en Copacabana

jóvenes participantes en la JMJ Río 2013 en la vigilia en Copacabana

ÓSCAR ELIZALDE, redactor jefe de VNColombia y enviado especial a Río | “Todos los caminos conducen a Copacabana”. Esa fue la sensación que me produjo la movilización de miles y miles de jóvenes –tres millones, se dice– en la playa de Copacabana y sus alrededores. Eran ríos de gente joven en Río, todo un Mar Fidei al concluir la 28ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

A las 9 de la noche de ayer, Paulo Vinicious, un joven brasilero, se dirigía a la estación Cardeal Arcoverde (que evoca el nombre del cardenal Joaquim Arcoverde, segundo arzobispo de Río de Janeiro y primer cardenal de América Latina). Con sus amigos, no esperaron a que terminara la Vigilia por temor a que luego no fuera posible ingresar al Metro para llegar a la casa donde se estaban hospedando. Luego tendrían que madrugar a las 4:30 a.m. para alcanzar a encontrar un sitio en la eucaristía de clausura.

También a las 9 llegaba Alixe Aline, una morena de 19 años del estado de São Paulo. Venía en uno de los cinco buses contratados por su parroquia Santa Bernardita. “Nos dejaron en Botafogo, a 7 kilómetros de aquí, y vinimos caminando hasta Copacabana”, me contó con alegría, mientras extendía su saco de dormir en el suelo.jóvenes participantes en la JMJ Río 2013 en la vigilia en Copacabana

Copacabana no durmió. Aunque la mayoría de jóvenes acamparon, si acaso reposaron una cuantas horas. La vigilia se prolongó entre cánticos y alegres encuentros. Era como si en cada esquina se hubiera plantado un Campus Fidei, acogiendo la voluntad de Francisco: “Ser discípulo misionero significa saber reconocer que somos el Campo de la fe de Dios”.

Bajo un cielo azul y un domingo soleado, “la juventud del Papa” se puso de pie muy temprano, tempranísimo. Los 13 palcos que hicieron parte del Vía Crucis sobre la Avenida Atlántica, ahora eran graderías VIP de carnaval, repletas de gente que buscaba el mejor sitio para saludar a Francisco y tomar fotos en la que sería su cuarta y última vez en Copacabana.

Junto a una barda encontré a Paola Suárez, de la provincia de Santa Fe (Argentina). Esta vez, ella y sus 21 compañeros no quería perder la oportunidad de tener a Francisco cerca (el jueves pasado no había podido ingresar a la Catedral, donde se encontró con los argentinos). Me dijo que “hagan lío significa no tener miedo y seguir adelante con Cristo”.

Adicionalmente me compartió que “el mayor desafío de ‘la juventud del Papa’ es ir hacia los más necesitados, hacia los pobres, y asumir con ellos su discipulado-misionero”. Los jóvenes abrirán nuevas sendas, estoy seguro, y Francisco lo sabe: “La Iglesia necesita del entusiasmo, la creatividad y la alegría que los caracteriza”.

Y creo que no solo ellos son la juventud del Papa. También se han revitalizado los religiosos, las religiosas, los sacerdotes, los obispos y los cardenales que estuvieron en Copacabana. Así me lo confesó monseñor Vicente Jiménez, obispo de Santander (España), a quien encontré sonriente y jovial, posando con otros obispos para una ‘foto de peregrino’.jóvenes participantes en la JMJ Río 2013 en la vigilia en Copacabana

Él, que había hecho parte del grupo de obispos y cardenales que ayer había practicado el flashmob para Francisco, en pleno palco principal, me manifestó que había vivido estos días con una gran emoción e intensidad: “En la JMJ de Río ha hablado más el corazón que la cabeza, ha sido un nuevo Pentecostés eclesial”.

También añadió que “las palabras del Papa interpelan y son exigentes”. ¡Gozosa experiencia! la que también han vivido nuestros pastores.

La misma corriente de vitalidad corre por las venas de doña Dulce Pinto, una carioca de 77 años que estaba feliz con el carisma del Papa, porque “todas sus manifestaciones son cercanas al pueblo”. Mirando hacia el mar de juventud de Copacabana me dijo que ella también es una “guerrera del amor” y que se ha contagiado con la alegría de la juventud.

A su lado estaba Ximena Rojas, de 21 años, con un grupo de 20 jóvenes de Santiago de Chile. “Francisco encantó a la juventud –me dijo– porque con su lenguaje cercano nos llegó y nos permitió comprender lo que espera de nosotros sin que sintiéramos que era algo impuesto. Ahora, sencillamente debemos dejar que su mensaje fluya. En estos días mi fe se ha fortalecido y al regresar llevaré mi testimonio a todos mis amigos. A veces estamos esperando que los demás cambien para poder cambiar el mundo, pero el cambio comienza por uno mismo hoy. Nosotros somos el verdadero ‘campo de la fe’ como dijo el Papa”. Está convencida de que su experiencia no terminará en Río. ¡A penas está comenzando!

El mejor medio para evangelizar a los jóvenes es otro joven, lo dijo Francisco en su homilía en la misa de clausura. “Esta es la juventud del Papa”, fue el grito que más se escuchó.

Francisco nos abrazó con su sonrisa, con su ternura, con sus palabras, con su cercanía a los más necesitados. Nos vamos con los brazos abiertos, como el Redentor del Corcovado, a compartir lo que hemos visto y oído. Creo que es lo menos que puede hacer un periodista peregrino al regresar a casa.

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