Un nuevo Pentecostés para África

(Alberto Eisman– licenciado en Teología y máster en Desarrollo) En Maputo, la capital mozambicana, ha tenido lugar del 23 al 26 de mayo una consulta postsinodal sobre las resoluciones de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, celebrada en Roma en octubre de 2009 bajo el lema La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz. Esta reunión consultiva ha sido organizada por Cáritas África y el Departamento de Justicia y Paz del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM).

Mientras que en el primer Sínodo Africano se presentó la identidad de la Iglesia en África como “testigo de Cristo” y “familia de Dios”, el segundo Sínodo se ha centrado en la actividad y misión de la Iglesia en temas de paz, justicia y reconciliación. Por esto, la prioridad principal a la que se ha dedicado esta reunión ha sido la ejecución práctica de las 57 resoluciones formuladas en este II Sínodo sobre África. La carta de invitación ya señalaba el importante papel que juegan las diferentes organizaciones de Cáritas y las comisiones de Justicia y Paz a la hora de promover colaboración y sinergias entre las diferentes estructuras eclesiales en África que se enfrentan a los desafíos fundamentales mencionados en el Sínodo.

El invitado de honor en esta reunión especial ha sido el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz. En su esperado discurso, El Sínodo de los Obispos para África – Un nuevo Pentecostés para África, dijo que el Sínodo había conseguido caminar con éxito en la cuerda floja existente entre lo político y lo pastoral. Y lo hizo apoyándose en la lección aprendida de las Iglesias en América Latina y las aplicaciones de la Teología de la Liberación que han abordado los temas de justicia y paz, junto con las necesidades de los oprimidos. Según el prelado, la tarea supone “un caminar en la cuerda floja en medio de un campo lleno de minas políticas e ideológicas”, recordando a los muchos sacerdotes “que han dejado de lado el ministerio pastoral para dedicarse a opciones políticas, creyendo en éstas más que en las soluciones pastorales”.

Los participantes en esta consulta han identificado tres campos prioritarios que han surgido de las resoluciones del Sínodo, y que merecen una atención especial e inmediata: buen gobierno, el papel de la mujer y la construcción de la paz. África no podrá seguir avanzando a no ser que la Iglesia esté preparada para afrontarlos y contribuir al bien común.

A la hora de ejecutar de manera práctica las resoluciones sinodales, se ha resaltado el importante papel de organizaciones cristianas de carácter social, tales como Caritas Internationalis, Missio, Misereor y otras que han estado presentes en el evento. Su ingente labor social, inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia, será clave en el proceso de pasar de las palabras a los hechos y de promover cambios positivos tanto en la Iglesia como en la sociedad. Según Jacques Dinan, secretario ejecutivo de Cáritas África, el objetivo principal de este evento es traducir las resoluciones “en un plan realista y concreto para mantener el proceso de reconciliación, promover la justicia y apoyar la construcción de la paz”, elementos esenciales en la lucha contra la pobreza.

Una vez más, se ha hablado de la sesgada imagen de África que se da en los medios de comunicación, donde los clásicos clichés negativos y dramáticos tienen un peso mucho mayor que la infinidad de buenas noticias que alberga este “continente de oportunidades”, que presenta hoy día modestos progresos en términos de buen gobierno, bienestar y crecimiento eclesial. El cardenal Turkson insistió en que “hay que decir la verdad sobre África con amor”.

Esta conferencia ha contado con 135 asistentes de 45 países, entre ellos dos cardenales y 42 obispos, y con el presidente de la SCEAM, cardenal Polycarp Pengo, y la secretaria general de Caritas Internationalis, Lesley-Anne Knight.

La elección de Maputo como sede de esta conferencia no es casual: se cumplen ahora 18 años del ejemplar Acuerdo de Paz que pacificó el país, poniendo fin a largos años de sangriento conflicto armado. Mozambique es un ejemplo de cómo la paz y la justicia llevan a la prosperidad y a la verdadera reconciliación.

En el nº 2.711 de Vida Nueva.

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