Un Camino, una oportunidad

(María José García Anderson– Madrid) Quería agradecer a Vida Nueva el ‘Pliego’, publicado en su número 2.715, dedicado al Camino de Santiago. Su autor, Francisco Javier Castro Miramontes, resume perfectamente la actual idiosincrasia jacobea en una frase: “El Camino de Santiago es hoy un poco de todo: arte, deporte, fe, cultura, turismo, política, grastronomía… pero lo esencial, como todo lo bueno, reside no en la superficie, sino en las raíces”.

A nadie debe molestar que haya caminantes que no son peregrinos, sino turistas. Lo cierto es que, sea cual fuere su predisposición previa, una vez en el Camino, a poco que tengan un mínimo de empatía, resulta muy difícil abstraerse de un modo de vida marcado por la alegría, la solidaridad, el silencio, el fervor y la fe de quienes sí se entregan a un caminar espiritual.

El hecho mismo de dedicar varios días de vacaciones a “sufrir” el andar bajo temperaturas asfixiantes o el dormir en albergues o tiendas de campaña, indica ya una predisposición que va más allá de la simple aventura. El querer imbuirse en un ambiente impregnado de fe y hondo sentimiento de búsqueda trascendente conlleva una oportunidad. Una oportunidad para encauzar esa sensación de búsqueda (todo camino tiene el fin de una meta anhelada y desconocida) y mostrarle, por parte de personas entregadas a la pastoral de alejados, las riquezas de un camino que proporciona la máxima felicidad: el que apunta a Dios y a la vida que nunca se acaba.

En el nº 2.716 de Vida Nueva.

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