Trabajadores en la misma viña

(Juan Rubio-Director de Vida Nueva)

En la última Asamblea de Obispos del Sur hubo una tarde para el sosegado diálogo entre prelados y Superiores Mayores. Excelente iniciativa que debiera reproducirse a nivel nacional sin miradas de soslayo. Partiendo de una sabrosa reflexión del cardenal Amigo, dialogaron con frescura sobre el don y la tarea recibidos. Llamados a trabajar en la misma viña y a la misma hora, cada uno con capacidades y talentos distintos, se urgieron mutuamente a hacerlo en comunión, en el suelo diocesano y en los campos de trabajo compartido. Se aprecian diferencias de tono menor, más por falta de diálogo que de posturas esenciales.  Es necesario multiplicar y sumar, abandonando la división y la resta. En el seno de las iglesias locales tiene que seguir resonando la voz profética de la vida religiosa sin que se oculte la cada vez más necesaria voz sapiencial que tanto bien ha hecho a la Iglesia en la historia. Los frailes y monjas no pueden ser considerados forasteros o intrusos en las diócesis.Tampoco los religiosos pueden ignorar la tradición, recorrido y ritmo de cada iglesia local a la que llegan, importando estilos propios y poco adecuados, por muy ricos que hayan sido en otros lares. La labor en comunión es más rica que la mera organización de actividades compartidas. A ella hay que caminar, mirando al futuro. Religiosos y obispos no pueden tirarse piedras al mismo tejado, porque caerán sobre la Iglesia del Señor, la viña que hay que cuidar. Problemas y desafíos caminan juntos. No se puede apagar la voz del carisma de la vida religiosa, ni se puede hacer oídos sordos a quienes presiden las iglesias locales. Comunión y cordura son dos actitudes que merecen recordarse.

Publicado en el nº 2.634 de Vida Nueva (Del 1 al 7 de noviembre de 2008).

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