Todos hermanos

Hugo Cáceres Guinet, CFC

encuentro Todos Hermanos reunión de varios institutos religiosos en Roma septiembre 2012

HUGO CÁCERES GUINET, CFC |“Continuar siendo memoria incómoda y profética de Jesús, recordando a la Iglesia cuál es su auténtica vocación y misión, desde la horizontalidad propia de nuestra condición laical que nos sitúa codo a codo, como compañeros de camino, en el Pueblo de Dios”. [Todos hermanos – Extracto]

Así dice nuestra Carta Abierta de los casi cincuenta religiosos de ocho institutos laicales reunidos en Roma, en la casa general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, para descubrir algunas pistas de nuestra identidad y misión futuras.Hugo Cáceres Guinet, CFC

Durante el mes de septiembre, hemos escuchado un insistente mensaje de cambio de dirección con fidelidad creativa, por medio de las voces de diversos oradores, religiosos, laicos, hombres y mujeres, exhortándonos a algo nuevo que brote de la vieja sabiduría de ser hermanos: una espiritualidad que atraviese el tsunami de la modernidad, experiencias de Dios que no hayamos recogido en los libros, sino actitud profética que sacrifica nuestra afición al éxito de las instituciones educativas, a favor de una educación de la espiritualidad y la solidaridad en rincones donde ser testigos del cristianismo implique evangelizar casi sin palabras.

Procesar estos llamamientos nos llevará más de los treinta días que duró el encuentro. Al despedirnos, nos hemos dado cuenta de que lo que hemos vivido es solo un esbozo de las comunidades religiosas futuras que portarán el don de la fraternidad a escenarios aún desconocidos.

Con seguridad, el prefijo inter se empleará frecuentemente: intercongregacional, interreligioso, internacional, intercultural, intergeneracional, interrelacional…, y la misión, más que ad gentes, será ‘intra gentes’.

La colaboración entre varias de estas ocho familias religiosas viene de lejos. Además de compartir capítulos importantes de nuestras historias institucionales en el pasado y de animar hoy conjuntamente en varios lugares del mundo numerosos proyectos en el ámbito educativo y de la formación inicial, que van desde noviciados conjuntos hasta oficinas en la UNESCO, somos conscientes de que afrontamos prácticamente los mismos desafíos y de que necesitamos ayudarnos, más que nunca, para comprender el momento de transición y trasformación que vivimos en nuestros propios institutos, en la Vida Religiosa y en la Iglesia.

Necesitamos ayudarnos, más que nunca,
para comprender el momento de
transición y trasformación que vivimos
en nuestros propios institutos,
en la Vida Religiosa y en la Iglesia.

Hace ya más de tres años que un equipo de hermanos de diversos institutos se habían propuesto celebrar un encuentro de formación permanente centrado en el tema de la identidad y misión del religioso hermano. La promesa del cardenal Franc Rodé, entonces prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, de presentar un documento vaticano sobre los religiosos hermanos, suscitó en nosotros el deseo de reflexionar e interiorizar dicho documento de manera conjunta.

Este encuentro, que reunió las experiencias de religiosos provenientes de escenarios tan distantes como Singapur y Canadá, ha sido un paso hacia algo más que un documento, una experiencia de discípulos que ha hecho arder el corazón (Lc 24, 32).

En nuestros institutos (Edmund Rice Christian Brothers, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Hermanos de San Gabriel, Hermanos de la Instrucción Cristiana, Hermanos Maristas, Hermanos de Ntra. Sra. de la Misericordia, Hermanos del Sagrado Corazón y Hermanos de la Sagrada Familia) nos trazamos el objetivo de conformar, al menos por un mes, una comunidad con el lema Todos hermanos (Mt 23, 8), que nos ha permitido un creciente aprecio mutuo y abrazar la convicción de que la colaboración intercongregacional cercana y fraterna es posible cuando se asume el modelo eclesiológico de comunión.

La imagen de Jesús el hermano, postrándose a lavar los pies de sus amigos y compañeros, ha iluminado la contemplación de nuestra vocación e inspirado muchos de nuestros proyectos comunes.

Por otro lado, intuimos que los ajustes tienen un precio que no todos los religiosos estamos dispuestos a pagar. Preferiríamos un dios más pequeño y menos exigente, una tarea en la Iglesia más específica, determinada por una verdad de catecismo, un campo conocido donde las reglas del juego estén bien claras, una posibilidad de sobrevivir con todas nuestras prestigiosas instituciones intactas.

Es tiempo de soltar algunos timones que quedaron pegados a nuestras manos, momento de decidir qué vamos a llevar hacia el futuro, seguramente, muy poco. Una genuina espiritualidad de fraternidad seguramente es una de las pocas riquezas que necesitaremos.

En el nº 2.820 de Vida Nueva.

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