Todavía no hicimos lo mejor

(José María Arnaiz, sm- Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)

“Hay otra generación (…) A ella pertenecen los que a la solidaridad o a la esperanza, al servicio o al encuentro con el Señor llegan con cuatro sensibilidades: la de lo interior, lo subjetivo, espiritual; la de lo estético, poético, creativo; la de lo global, comunitario, el nexo; y la de lo bueno, lo sano y lo sabio”

Con esa impresión han podido terminar el año 2008 deportistas, artistas, padres de familia, empresarios, educadores, políticos, obispos, cristianos de a pie. Con esa provocación podemos comenzar el 2009. Deseamos hacer más y llegar a lo mejor. 

¿Qué es para mí, comunicador, pastor de una diócesis, religioso, director de una revista “hacer lo mejor”? No nos repitamos,por favor, que lo mejor es enemigo de lo bueno. Por mi parte, he terminado el año convencido de que no se consigue poner por obra lo mejor desde la dispersión y la locura, la mediocridad y la estupidez, el individualismo y la exclusión. 

Para llegar a lo mejor, hay que dar sentido vital a palabras como esperanza, solidaridad y encuentro. En el ambiente se percibe que estamos desarticulados, sueltos, deslavazados, con una desconfianza invasiva. Hay que comenzar a devolver a los demás lo que los demás nos han dado. A ratos, en alguno de los 366 días que nos regaló el 2008 he llegado a pensar que los que gestionamos muchas realidades en la Iglesia hoy no pertenecemos a la generación que tocará y alcanzará lo mejor. 

Hay otra generación, que ya está entre nosotros, pero que no la detectamos y contactamos -porque estamos lejos de los que están cerca- que sí lo conseguirá. A ella pertenecen los que a la solidaridad o a la esperanza, al servicio o al encuentro con el Señor llegan con cuatro sensibilidades: la de lo interior, lo subjetivo, espiritual; la de lo estético, poético, creativo; la de lo global, comunitario, el nexo; y la de lo bueno, lo sano y lo sabio. Por esos caminos se puede llegar a hacer lo mejor. Los Magos, como nos recuerda san Efrén, no vieron la estrella y se pusieron en camino; se pusieron en camino y vieron la estrella. Veremos lo mejor cuando comencemos a ponerlo por obra.

En el nº 2.644 de Vida Nueva.

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