Tener vida y dar vida desde el compromiso obrero

Mª del Mar de Haro | Mujer trabajadora cristiana

“Con la Pastoral Obrera debo testimoniar que es posible un mundo más justo…”

 

Acaban de celebrarse en Madrid las Jornadas Generales de Pastoral Obrera, que han conmemorado el vigésimo aniversario del documento episcopal La Pastoral Obrera de toda la Iglesia, clave para quienes, desde el mundo del trabajo, queremos dar testimonio de nuestro compromiso cristiano.

Tengo 55 años, estoy casada y soy madre de dos hijos. Nací en Arriate (Málaga) y, desde los 15 años, vivo en Elda (Alicante). Soy la segunda de ocho hermanos de una familia obrera cristiana.

Para mí es importante resaltar cómo me han educado, cómo mis padres –dentro de su proyecto de familia– fueron capaces de cuidar esa dimensión de la fe en Jesús que aglutina todos los aspectos de la vida, también el del trabajo, fundamentalmente la manera de situarnos en él, de dignificarlo como don de Dios.

A los 15 años, era aprendiza de una fábrica de calzado. Fui consciente de que tenía que formarme (y así lo hice en la Escuela de Artes y Oficios de entonces). Tomé conciencia de que entraba en relación con compañeros y compañeras, apostando por un trabajo en equipo y una relación de iguales, comprometiéndome como enlace sindical, consciente de que el trabajo, se realiza en la fábrica (en este sector es normal llevarse la tarea a casa), porque el tiempo de descanso, de ocio, de pertenecer a la parroquia y a un movimiento de Acción Católica han sido y son imprescindibles en mi crecimiento personal, para mantener unas relaciones personales y familiares lo más armónicas posibles, para tener vida y dar vida. En todo este proceso, le doy gracias Dios por la HOAC y la Pastoral Obrera.

Hoy la situación económica y laboral ha cambiado: unos dicen que por la crisis, otros certifican que se ha establecido un modelo nuevo creado por el sistema capitalista y la globalización. Lo cierto es que la persona no es el centro de la actividad. Se deshumanizan el trabajo, las relaciones personales, la colectividad… Estamos viviendo una situación sangrante para las personas y las familias: paro, exclusión, pérdida de vivienda, jóvenes sin futuro, desesperanza… Y en esta realidad, como mujer militante cristiana y mujer de esperanza, debo testimoniar desde la Pastoral Obrera que es posible un mundo más justo y que es posible el Reino de Dios.

Mi compromiso lo desempeño en el Consejo Diocesano de Pastoral, representando a la Pastoral Obrera. Allí intento que la Iglesia abra los brazos y acoja a esos hijos e hijas que sufren esta situación; también siendo capaz de denunciar la injusticia y las políticas que excluyen y no trabajan por el bien común. Y eso hago en la Parroquia de San Francisco de Sales de Elda, acercándome a personas concretas, invitándolas a formar parte de grupos donde compartir la vida y la fe. Ofreciendo la DSI como formación y a Jesús como propuesta de liberación. Fruto de ese esfuerzo, funciona ya un equipo y dos equipos están en proceso de constituirse.

En el nº 2.918 de Vida Nueva

 

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