También son Iglesia

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

He visto a las puertas de muchos templos inmensas colas de gentes a la espera de quien les solucione el apuro de fin de mes en esta crisis envalentonada con los más pobres. He visto jóvenes de ojos grandes rezando al final de la tarde, aprendiendo a vivir con el evangelio como hoja de ruta en peregrinaciones a los lugares del dolor. He visto llorar a hombres y mujeres ante el hambre viva que han conocido durante unas vacaciones compartidas con la pobreza. He visto a sacerdotes sudando la gota gorda para atender a quienes les dijeron “vuelva usted en septiembre” en los servicios sociales. He visto laicos echados sobre un mar de incompetencias sacando brillo al rostro de una Iglesia escupido por la estulticia de muchos clérigos. He visto ancianos y enfermos que sólo han recibido la visita del ministro extraordinario de la comunión, mientras sus familias sesteaban en la playa. He visto menudeando por los barrios empobrecidos a voluntarios que han roto su agenda para propiciar que unos niños descubran un mundo de amplias sonrisas. He visto a mujeres amasando lágrimas mientras escuchan a otras a las que la prepotencia del macho les rompió la vida. He visto a otros muchos levantando del suelo a gentes ajadas, a la deriva, sin más futuro que la soledad de sus horas. He visto samaritanos que desconocen el nombre del nuncio o del obispo, pero reconocen los rostros que cada día encuentran en la cuneta. Y todos dicen hacerlo porque son Iglesia y así entienden el evangelio. Y lo hacen con sonrisas y silencios; sabiendo que han escogido la mejor parte y nadie se la arrebatará.

Publicado en el nº 2.671 de Vida Nueva (del 29 de agosto al 4 de septiembre de 2009).

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