Sorpresa y tristeza por el artículo de d’Ors

LEONARDO PLAZA (correo electrónico) | He leído con profunda sorpresa y tristeza el artículo publicado por el escritor Pablo d’Ors (nº 2.947). En nombre de la libertad de pensamiento no pueden difundirse graves herejías. De la simple lectura de su escrito puede deducirse que hace tiempo que dejó de creer, ya no es sacerdote.

En tiempos en que la Iglesia está sometida a una brutal presión para que abandone la doctrina recibida de los apóstoles, no puede una publicación católica prestarse para difundir herejías, mucho menos provenientes de quien no cree en la consagración y, en consecuencia, en el sacramento central de nuestra fe. Habría que recordar que Lutero también era sacerdote. ¿Ha sustituido el respeto a los hombres el respeto a Dios? ¿Qué quedará del Evangelio si poco a poco lo destrozan así? “Hay de aquellos que llaman bien al mal y mal al bien”…

Lo menos que podemos esperar los lectores de la revista es, precisamente, que “haya alguien en la editorial de la revista que se atreva a condenarlo”. Oro por ello.

En el nº 2.954 de Vida Nueva

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