SODANO Y EL PAPA, por Juan Rubio

La amonestación fraterna del Papa al cardenal de Viena tiene su fondo. Sodano es inasequible al desaliento. “De los enemigos me guarde Dios. Que de los amigos me guardo yo”. Al Papa no sólo le llueven palos de los increyentes atrincherados en los mass media. Sodano debe dejar al Papa cumplir su servicio y aceptar su destino: la jubilosa jubilación.

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