Sobre la ‘Humanae Vitae’

familia padres y madres con niños

EDUARDO CIERCO (MADRID) | En un excelente Pliego (VN, nº 2.901), la teóloga y experta en la vida de las familias Isabel Corpas de Posada se refiere a la Humanae Vitae, de Pablo VI (1968), así como a la paternidad responsable y al control de la natalidad. Y lo hace con mentalidad y lenguaje de hoy, atenta a “los signos de los tiempos”, desde una exposición fácilmente inteligible para creyentes de hoy.

Ello me recuerda que, en 1969, Mensajero me editó, con censura eclesiástica, el libro ¿Puede cumplirse la Humanae Vitae? Reflexiones de un padre de familia sobre la propia responsabilidad. En él no solo me explayaba sobre la idea realmente “progresista” de la “paternidad responsable”; también sobre el valor del acto sexual dentro del matrimonio cristiano: conjugando los números 9, 11 y 12 de la encíclica, cabe decir rectamente que:

El amor sexual de los esposos se integra en el pleno amor conyugal, trasunto del amor divino.

No debería haber ninguna “mirada negativa” sobre el acto sexual, aunque desgraciadamente esta sea frecuente en la historia de la Iglesia.

En cuanto al control de nacimientos, a las acertadas alusiones de Corpas de Posada, añadiría que la Humanae Vitae se promulgó antes de que apareciera el sida, que la encíclica, pues, no pudo tener en cuenta. Frente al cual, concretamente el preservativo no tiene una acción anticonceptiva, sino médica: evita la transmisión de la enfermedad por vía sexual, como ha señalado la OMS.

Es cierto que en 1968 existían ya las enfermedades de siempre de transmisión sexual. Pero los avances de la medicina, al vencer los antes terribles efectos de la sífilis, habían conseguido confinar su peso al carácter de leve: ¿no sería adecuado considerar el caso del preservativo frente al sida y las otras enfermedades aludidas como excepción, dado que, insisto, no existe intención anticonceptiva alguna?

Otro interrogante. El papa Francisco ha declarado que, aunque el celibato le es un don muy querido, no es un tema de fe o de dogma y que, por tanto, es una cuestión abierta. ¿No ocurre lo mismo con la contracepción “no natural”?.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

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