Silencio

Protestas durante el Foro Social de Nairobi, en 2007

CHEMA CABALLERO, misionero javeriano en Sierra Leona | Hace pocos años, una empresa europea adquirió tierras en Sierra Leona. Los habitantes de la zona estaban contentos porque se les prometió “desarrollo”. Decían: “Por fin Dios se ha acordado de nosotros”. Tras unos años, son pocos los que trabajan en las miles de hectáreas donde crece la jartrofa, que se transforma en biocombustible, y muchos han tenido que emigrar al no poder plantar arroz en sus campos. Lo mismo está sucediendo por toda África.

La fiebre de tierra la provocó la escasez mundial de alimentos que siguió al los fuertes aumentos del precio del petróleo en 2008, la creciente escasez de agua y la insistencia de la Unión Europea en que el 10% de todo el combustible para el transporte debe provenir de biocombustibles para el año 2015.

La prensa, la televisión o la radio no informan sobre esta apropiación de tierras por parte de países y multinacionales. Como tampoco hacen referencia al resto del expolio del continente. África solo interesa por sus materias primas, que sostienen nuestro bienestar.

La mayoría de los medios de comunicación, controlados por multinacionales que tienen intereses en la extracción de minerales, en la compra de tierras o en el tráfico de armas, callan para no tirar piedras contra su propio tejado. Es así como se ha impuesto una mordaza de silencio en torno al saqueo de África.

Esto no es una novedad, ya se utilizó durante la colonización: los blancos se reservaron las mejores tierras y el ejército colonial expulsó, reprimió y asesinó a los legítimos propietarios.

Poco a poco la Iglesia levanta la voz contra esta práctica de neocolonialismo, como sucedió en el Foro Social Mundial de Dakar, donde las organizaciones sociales católicas condenaron la apropiación de tierras (Mbour Declaration on Land Grabbing in Africa). A pesar de la tibieza de las conferencias episcopales del continente y del II Sínodo Africano, esta debería ser una de las prioridades de la lucha por la justicia y la paz.

Lo sugiere el Vaticano II diciendo que “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para el uso de todo el género humano” (GS 69) y también la Doctrina Social de la Iglesia al denunciar “las injusticias intolerables provocadas por las formas de apropiación indebida de la tierra por parte de propietarios o empresas nacionales e internacionales” (Consejo Pontificio Justicia y Paz. Para una mejor distribución de la Tierra, 1997).

Hay que darse prisa para revertir lo que tanta injusticia, hambre y opresión está causando en África.

En el nº 2.757 de Vida Nueva.

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