(Chema Caballero– Misionero javeriano en Sierra Leona)
“La pobreza, las desigualdades sociales, la falta de oportunidades, el inmovilismo de los dirigentes, la ausencia de democracia, la opresión, la represión… han llevado a cientos de jóvenes del norte de África a rebelarse. Ya no podían más. La revolución ha costado, y está costando, muchas vidas: mártires de la libertad”.
La pobreza, las desigualdades sociales, la falta de oportunidades, el inmovilismo de los dirigentes, la ausencia de democracia, la opresión, la represión… han llevado a cientos de jóvenes del norte de África a rebelarse. Ya no podían más. La revolución ha costado, y está costando, muchas vidas: mártires de la libertad.
Luchan por recuperar la dignidad humana que los regímenes autoritarios y sus aliados occidentales (entre los que juega un papel muy importante España) les han negado durante tanto tiempo en nombre de la seguridad y el desarrollo. Triquiñuelas para ocultar el saqueo a que esos países estaban siendo sometidos por sus dirigentes, los bancos europeos que guardan el dinero robado y las compañías occidentales que necesitan provocar miseria para poder pagar los sueldos millonarios de sus directivos.
Estos días, mucha gente me pregunta si algo parecido podría suceder en el África subsahariana. Las condiciones son las mismas: la pobreza, la opresión, la falta de libertad y de participación política, por un lado, y la explotación de los recursos naturales por las compañías occidentales o chinas y el enriquecimiento sin límites de los políticos locales, que guardan sus dineros en bancos fuera del continente. Los ciudadanos de esos países también están hartos.
Pero el mayor problema al que se enfrentan tanto los jóvenes del norte del continente como los del África subsahariana es la cualidad camaleónica de los gobiernos y empresas occidentales que, con tal de defender sus intereses, en pocas horas condenan y traicionan al antiguo dictador que impusieron y sostuvieron y se erigen en guías de la nueva revolución. Eso augura que muy poco va a cambiar. Se necesita una revolución mucho más profunda.
En el nº 2.745 de Vida Nueva.