Regreso a Ítaca: una sugerencia

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva

Tiene la geografía íntima lugares míticos, rincones especiales, habitaciones propias con olores pegados a la memoria y colores acariciando recuerdos. Hay en su cartografía cierta música de voces y silencios muy personales: mañanas de pan tierno y tardes de libros, amores y lágrimas; días de sol y sal con noches de viento y marea; de tormenta y sopor. Viejos amigos que dicen extrañarte y con los que vives horas que te hacen vibrar por lo que fuiste y emocionarte por lo que eres. Atardecidas de bochorno con búcaro y alcazarra en el duermevela sesteante. El verano es un nuevo regreso a Ítaca. Siempre nos quedará este regreso tan vivo, tierno, profundo, puerta para preguntas sin respuestas a veces. Vuelvo a Kavafis y sus recomendaciones en su poema Ítaca: haced un viaje largo y con experiencias, sin dejar entrar en el alma los monstruos que os pudieran asustar. Llenad las alforjas de bondades en los puertos y aprended de quien os quiera enseñar. Haced el camino sin prisa, porque Ítaca no se mueve. Quizá, al llegar, la encontréis pobre y cambiada. No le pidáis más. Os ofreció la belleza del viaje. No os extrañéis si al llegar, como Ulises, encontráis otra música. “Si quien ha llegado impone su música es porque el mundo ha cambiado y mañana será un extranjero en el lugar que antes era tu casa. Ocupamos casa cuando ponen otra música”, dice el escritor luso Gonçalo Tavares en Un hombre: Klaus Klum. A veces casi preferiría que me quitaran años enteros de vida a que me arrebataran un determinado instante de felicidad. Un regreso a Ítaca, una sugerencia personal.

Publicado en el nº 2.667 de Vida Nueva (del 4 al 10 de julio de 2009).

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