¡Qué buen peregrino!

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“Hace 800 años que los hermanos franciscanos llegaron a Compostela. El recuerdo no se refiere a un tiempo pasado, sino a la actualidad y a la vigencia…”

“En los comienzos de la fundación de la Orden, cuando aún eran pocos los hermanos… san Francisco fue, por devoción, a Santiago de Galicia”. Así lo cuentan las Florecillas.

Entre la historia y la leyenda se fue entretejiendo el acontecimiento de tan santa peregrinación, de la que ahora se cumplen los 800 años. La historia y la leyenda se dan cita y producen el admirable encuentro entre la autenticidad del documento contrastado y las profundas y sentidas vivencias de quienes se acercaron al pobre de Asís. Unos le conocieron personalmente y mantuvieron con él santas conversaciones. Los más, se fiaron de la historia y de la leyenda. Entre una y otra fueron haciéndonos saber de las maravillas que Dios había realizado en un santo tan universalmente querido.

Ni la historia pierde objetividad, ni la leyenda es pura fantasía. Lo que fuera y lo que se vive se entrelaza y produce lo que podríamos llamar la vigencia. Es decir, aquello que está presente y repercute, no solo en el conocimiento, sino también en la influencia que puede tener en actitudes y comportamientos motivados por la ejemplaridad de una personalidad tan admirada.

Francisco de Asís, como realidad personal y objetiva, ha sobrepasado unas categorías de espacio y tiempo históricos para ganar lo universal y la intemporalidad. Nada se resta al intento de objetividad, sino que lo avala, porque san Francisco es así: admiración y presencia.

Al acercarse a Francisco de Asís se olvidan los prejuicios racionalistas. Tampoco el espíritu crítico se excede. La leyenda y la historia, los decires y lo fáctico se confunden y dan como resultado una imagen, ni extraña ni deformada, pero ciertamente admirable. Se constatan unos hechos y se perciben unas actitudes. Aquellos garantizan el valor histórico de la presencia; las actitudes avalan razones para lo intemporal.

Francisco ha leído el Evangelio y lo acepta. Lo mete en su vida, porque el Altísimo le ha revelado que debe vivir según esta regla: la del santo Evangelio. Acude a la Iglesia y esta no puede negarle un derecho tan fundamental del cristiano: vivir el Evangelio. El pobre de Asís no arranca un privilegio, sino que quiere dar una garantía de la fidelidad eclesial de la Orden: siempre súbditos y sujetos a los pies de la Iglesia.

Hace 800 años que los hermanos franciscanos llegaron a Compostela. El recuerdo no se refiere a un tiempo pasado, sino a la actualidad y a la vigencia. En san Francisco, en su ideal y en su vida, todo es trasparente. Porque todo respira cordialidad, sencillez, amistad, sentido hondo y universal de lo fraterno. Un lenguaje y una vida, los de Francisco de Asís, comprensibles para todos y válidos en cualquier tiempo.

¡Qué buen peregrino! Fue humilde y maestro, porque de su vida, sin querer él pretenderlo, dejó una sabia lección que es manual para esa peregrinación esencial que es el camino cristiano que se realiza entre las fuentes del Evangelio y el encuentro definitivo en el santuario de Dios.

En el nº 2.879 de Vida Nueva.

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