Preguntas

(Chema Caballero– Misionero javeriano en Sierra Leona)

“La Iglesia menos visible está multiplicando sus iniciativas y sus actividades para intentar paliar, hasta donde le permiten sus recursos y fuerzas, la situación que estamos viviendo y acompañar a los que más sufren. Por su parte, la Iglesia más visible se calla y se parapeta detrás de liturgias y doctrinas”

La crisis, como bien sabemos, no afecta a todos por igual, porque los más ricos se están beneficiando de ella aumentando sus esferas de poder e incrementando sus capitales. Sin embargo, los pobres, como siempre, cada día tienen menos recursos y, por tanto, menos capacidad de decidir qué quieren hacer con sus vidas.

Los indicadores no engañan: largas colas ante las Cáritas parroquiales, los sin techo se multiplican en nuestras ciudades, a pesar de los bancos antindigentes que se instalan por todas partes, en los semáforos y a las puertas de las iglesias se amontonan los mendigos, las salidas de los supermercados y tiendas de lujo están copadas por africanos vendiendo periódicos que nadie compra, cada día son más las familias que no ingresan nada de dinero en sus hogares…

A la mayoría de los españoles se les ha bajado el sueldo, al mismo tiempo que sube la hipoteca o la luz y se recortan los beneficios sociales.

Como suele suceder en estos casos, la Iglesia menos visible está multiplicando sus iniciativas y sus actividades para intentar paliar, hasta donde le permiten sus recursos y fuerzas, la situación que estamos viviendo y acompañar a los que más sufren.

Por su parte, la Iglesia más visible se calla y se parapeta detrás de liturgias y doctrinas, o de la organización de macroespectáculos para jóvenes que, de ordinario, no pisan las parroquias o pasan de rollos religiosos. Y para ello, no se cansa de buscar recursos y firmar convenios con los poderosos. De ahí su “prudencia”: no se puede morder la mano que te da de comer.

La pregunta que cabe hacerse es, evidentemente, que para qué sirve una Iglesia que se alía con el poder y se olvida de los predilectos de Jesús.

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

Compartir