Por fin, gracias a Dios

(Alfredo Tamayo Ayestarán– San Sebastián) Por fin, tras meses y años de esperanza frustrada, nos llega la buena noticia de que el señor Jiménez Losantos abandona la cadena COPE. Una alegría grande para muchos de nosotros, los que amamos el buen nombre de nuestra Iglesia católica, de la cual forma parte importante la cadena radiofónica. En ningún momento a lo largo de estos años hemos podido comprender cómo una voz en extremo arrogante despreciaba, vilipendiaba, ridiculizaba a todos aquellos que, de una manera o de otra, fueran de derechas o de izquierdas, católicos o no católicos, jerarcas o laicos disentían de su modo de ver las cosas.

Ha hecho falta, por lo visto, una intervención vaticana para poner sordina a una voz tan poco católica en el seno de una emisora católica y que tanto descrédito ha acarreado a la misma fe católica. Tiene razón el editorial de Vida Nueva cuando habla de un grave pecado de omisión por parte de aquellos que, debiendo haber intervenido hace ya tiempo, no lo han hecho hasta ahora. Creo que es mucho mejor no disponer de ninguna emisora de radio que estar en posesión de una donde tengan cabida un locutor y una locución semejantes.

Siento agradecimiento hacia todos aquellos que, en el decurso de estos años, no han cesado de mostrar su desacuerdo con el director y su programa de La mañana y llamar a la conciencia de los que han de velar por el buen nombre de una emisora católica. Por fin ha sido escuchada su voz, gracias a Dios.

En el nº 2.660 de Vida Nueva.

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