Poderfilia y pedofilia

(Fernando Vidal– Profesor de Sociología en la Universidad Pontificia Comillas)

“Benedicto XVI ha sido valiente: responder ante la justicia de Dios y de los hombres. El modo de gobierno que ha provocado el ocultamiento, impunidad y fomento, también debe ser examinado penitencialmente ante la justicia de Dios y de los hombres”

El problema no es si la Iglesia es bien valorada o no por la prensa. Ni si en el balance lo bueno compensa lo malo. El problema no es salvar como sea el prestigio institucional. El problema es si estamos unidos a Cristo, y con él y en él, a todas las víctimas.

El problema de fondo no es la pedofilia –que se da en todos los sectores–, sino la poderfilia: el gobierno institucional hiperjerárquico que provoca que se tape, se oculte, se acalle y estigmatice a las víctimas, se expulse a los que denuncian y defienden a las víctimas. Y ese ocultamiento ha fomentado la pedofilia por la impunidad del agresor. El problema es un modo y estilo de gobierno que ha puesto el prestigio y la cohesión por encima de la participación y la comunión: poderfilia, una confianza insana en el poder.

El problema no fue la revolución sexual de los 60 ni el 68 ni la democratización ni las libertades públicas, sino que el problema es un modo de gobierno que no es transparente ni piadoso con la gente, no implica una comunidad que delibera los signos del Espíritu, no hay participación real, no hay corresponsabilidad, pluralidad, no hay humildad institucional ni muchas veces sentido de gentes.

Hay muchas patologías e injusticias dentro de la Iglesia que, por no ser tan escandalosas y criminales como la pedofilia, no logran ser merecedoras de atención ni revisión. Pero la lógica es la misma.

Benedicto XVI ha sido valiente: responder ante la justicia de Dios y de los hombres. El modo de gobierno que ha provocado el ocultamiento, impunidad y fomento, también debe ser examinado penitencialmente ante la justicia de Dios y de los hombres; ante la tradición canónica y ante el sentido común de los fieles. ¿Estaremos a la altura de la profundidad de examen que pide a la Iglesia nuestro padre Benedicto XVI?

En el nº 2.705 de Vida Nueva.

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