Pederastia y celibato

(Manuel Pérez Artacho– Málaga) La señora María Iglesias Rodríguez escribe, “sorprendida, alucinada y apenada” (ver Vida Nueva, nº 2.697) contestando a mi carta publicada en el nº 2.694 sobre los escándalos de los sacerdotes pederastas, a los que ahora se añaden, además de los irlandeses, otros también en Alemania.

No voy, lógicamente, a entrar en diatribas ni discusiones. Pero sí quiero decir que esta buena señora, al leer mi carta no se ha enterado absolutamente de nada de lo que en ella se expresaba. Yo no acuso a los célibes de ser pederastas, líbreme Dios. Lo que a mí me aflige es que se están dando una serie de terribles escándalos que están causando un gran dolor y daño a la Iglesia.

Me duele la Iglesia. Y por eso expresaba mi opinión de que el celibato, en el ministerio sacerdotal, debería ser opcional, como lo es en la misma Iglesia de rito oriental.

Quizás esta posibilidad podría evitar muchos de esos escándalos.

Y, ¡mi buena señora!, esto no tiene nada que ver con Nestorio, ni Eutiques, ni Lutero ni Calvino, esté tranquila.

En el nº 2.700 de Vida Nueva.

Compartir