Papa y Doctor

papa Benedicto XVI firmando una encíclica

RAÚL BERZOSA, obispo de Ciudad Rodrigo | La noticia de la renuncia de Benedicto XVI, impactante, me produjo tres sentimientos simultáneos: tristeza, respeto y agradecimiento. Es un Papa muy querido y que ha marcado profundamente mi vida. Justamente comencé mi ministerio episcopal en el año 2005, cuando él iniciaba su pontificado. Si soy sincero, su elección no me resultó una sorpresa. Parecía algo “natural” y en continuidad con Juan Pablo II.

Le definiría como un testigo de la verdad, de la belleza y de la ternura. Y, así como Karol Wojtyla pasará a los anales históricos como el Papa “magno”, Benedicto XVI lo será como “doctor de la Iglesia”, a la altura de los grandes maestros y teólogos. Uniendo en su persona inteligencia y sensibilidad, nos ha dejado un estilo de buen ser, buen pensar y buen hacer.

En cuanto al ser, ha sido libre, hasta el final, con la libertad de los hijos de Dios. En cuanto al pensar, ha sabido unir la sensibilidad del hombre y de la mujer de hoy con la gran y sana tradición cristiana. Y, en el hacer, ha gobernado con comprensión y firmeza; delicadeza y ternura envidiables.

Ha soportado y afrontado grandes problemas eclesiales, pero ha sabido asentar las bases de sólidas soluciones. Ha afianzado la identidad católica y ha fomentado el diálogo y encuentros ecuménicos e interreligiosos.

El futuro está ahora en manos del Espíritu Santo y de los cardenales electores en el próximo cónclave; elegirán quién deberá gobernar el timón de una barca con más de mil millones de fieles repartidos por todo el mundo. Tal vez no sea ni italiano, ni siquiera europeo. La catolicidad, en esta ocasión, puede estar más abierta que nunca y más sorprendente de lo que podamos imaginar. ¡Gracias, Benedicto XVI, por tu vida y tu magisterio!

En el nº 2.836 de Vida Nueva.

ESPECIAL BENEDICTO XVI RENUNCIA

Compartir