Pablo VI y la generación Benedicto

(Jorge Juan Fernández Sangrador- Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca y director de la BAC) Se sabe que cuando, en 1977, hubo que proveer de pastor a la archidiócesis de Múnich y Freising, Pablo VI designó a Joseph Ratzinger, aunque el nombre de éste no figurara en la relación de candidatos presentada al Papa; elegido fuori terna, lo hizo obispo, lo elevó a la dignidad arzobispal y, en el consistorio de 1977, lo creó cardenal. De modo que las puertas de acceso al sumo pontificado fueron abiertas al teólogo Ratzinger por el papa Montini.

El pasado 29 de abril, en la Nunciatura Apostólica de Madrid, se dio a conocer una asociación católica constituida a resultas de la celebración de la XX Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Se llama Generación Benedicto y cuenta ya con gran número de adscritos, que dicen sentirse plenamente identificados con el Papa actual. Su línea de pensamiento, al igual que la de otros jóvenes que frecuentan dichos encuentros internacionales, es la de que Juan Pablo II los entusiasmó con Cristo y la Iglesia, y quieren que Benedicto XVI les diga por qué.

Debería incluirse, en esta secuencia, el nombre de Pablo VI, pues, sin su intervención directa, como se ha dicho más arriba, no habría generación Benedicto. Si estos jóvenes entusiasmados con el vigor intelectual del Papa alemán acometieran la tarea de rastrear las enseñanzas de Pablo VI hallarían también, en ellas, luminosas respuestas a tantas preguntas como bullen en su corazón inquieto; baste decir que cuando monseñor Montini, consiliario del círculo romano de universitarios y asistente nacional de la FUCI, hablaba a los estudiantes, éstos, cautiva la atención, lo escuchaban arrodillados; eran jóvenes fucini, que, luego, en el ejercicio de su profesión, lograron impregnar de cultura católica la vida pública italiana. Un ejemplo para los papa-boys de Juan Pablo II y la generación Benedicto.

Compartir