Obama: amplia coalición y muchas expectativas

(Araceli Cantero Guibert. Miami- Periodista) Se apagaron las luces y se acabaron los aplausos, pero siguen las expectativas. Y no será fácil para el senador de Illinois responder a todo lo que se espera de él en lo que todos identifican como la peor situación del país en muchas décadas. Estas elecciones han cambiado el mapa electoral de anteriores carreras a la presidencia. Obama no ha logrado la mayoría del voto blanco, pero sí ha conseguido sumar las mayorías del voto hispano (67%) y afro-americano (97%), los jóvenes por debajo de 30 años (66%) e incluso del voto católico (54%). Su llegada a la Casa Blanca ha sido posible gracias una amplia coalición de votantes unidos por la crisis económica y por el deseo de cambio. Y todos con expectativas propias.

Para la comunidad afro-americana, tener alguien de su raza en la presidencia, es todo un logro. Hace 41 años no tenían derecho a voto, y ahora, con la familia Obama en la Casa Blanca, el imaginario de la nación y del mundo da un vuelco.

Obama consiguió entusiasmar a miles de jóvenes y hasta los raperos le han hecho más de una canción: “Yes, my president is black“, canta Young Jeezy, en lo que se ha convertido en un himno de estas elecciones. “La vida es dura, y Obama nos ha dado esperanza a mucha gente. Es una nueva voz y tiene un mensaje nuevo”, decía el rapero que ha votado por primera vez en su vida.

Nadie tendrá excusas ya para dejar de creer en las palabras de la Declaración de Independencia: “Todos hemos sido creados iguales…”. La frase Yes we can, convertida en eslogan de las recientes elecciones, es un incentivo ante las dificultades a superar.

El voto hispano ha sido significativo para el nuevo presidente. En 2004, muchos hispanos votaron por George W. Bush y en contra del aborto y los matrimonios homosexuales, pero esta vez la situación económica ha sido la clave. Y aunque se espera que haya algún hispano en el nuevo Gobierno, los latinos esperan más. Quieren que se acaben las deportaciones (un récord de 350.000 el pasado año), y se escuchan voces que piden que el Congreso apruebe la esperada reforma de las leyes migratorias. Además, en Internet, circulan peticiones para que cierre la base de Guantánamo y la Escuela de las Américas, en donde se entrena a militares de otros países. Y sobre Cuba, sin llegar a cambios en el embargo, se pide que, al menos, se cambien las restricciones impuestas en 2004 sobre los viajes a la isla caribeña y las ayudas familiares.

Y qué decir del voto católico. Más de la mitad de los católicos (55%) votaron por un candidato contrario a la posición de la Iglesia en temas como el aborto y las uniones del mismo sexo. Pero, a pesar de su posición pro-choice, Obama ha dicho que quiere trabajar para reducir el número de abortos. Sabe que muchos católicos le han votado apoyados en el documento de la Conferencia Nacional de Obispos Faithful Citizenship: A call to political Responsibility, en el que los prelados, sin dejar de subrayar la centralidad de la defensa de la vida, afirman que “pueden darse situaciones en las que un católico que rechaza una posición inaceptable de un candidato decida votar por él por otras razones morales graves…”. El mismo texto recuerda a los católicos que “todas las cuestiones pro-vida están relacionadas”. Y los católicos han optado por dar más peso a esas otras cuestiones, a pesar de que muchos obispos, en sus diócesis, decidieron escribir sus propios mensajes a los fieles, subrayando que un católico no puede votar a candidatos que no defienden la vida. En medio del debate nacional, algunas figuras católicas, con una impecable trayectoria en contra del aborto, han apoyado a Obama argumentando que su programa de reducción de abortos será mas efectivo que seguir buscando un cambio en la ley federal, que, además -dicen-, no salvaría vidas, sino que devolvería la cuestión a cada estado. 

Aunque el número de abortos ha disminuido en general, entre las mujeres pobres el número de embarazos no deseados ha aumentado. De ahí que, en su plataforma política, los demócratas prometen reducir el numero de abortos atacando sus causas, especialmente entre los pobres y las minorías. Todo esto pudiera indicar que se buscan nuevas estrategias en contra del aborto, que después de más de tres décadas de lucha por un cambio en las leyes la lucha se centre en crear las condiciones que hagan el aborto indeseable.

Sin embargo, para muchos católicos y creyentes el dilema ético sigue vigente:  ¿cómo justificar la lucha por los derechos sociales cuando se niega el derecho más esencial, el derecho a la vida?

En el nº 2.636 de Vida Nueva.

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