El nombramiento del obispo de Ourense, Luis Quinteiro, para la histórica sede episcopal de Tuy-Vigo ha sido toda una sorpresa. No por el hecho en sí, sino por la discreción con la que se ha llevado a cabo. No ha habido filtraciones ni juicios sumarísimos previos. El secreto pontificio ha funcionado, aunque no son los profesionales de la información quienes deben de guardarlo, sino quienes, de iure, estén obligados. En estos tiempos en los que la velocidad informativa arrolla, hay noticias que dejan de ser tales cuando el rumor intencionado las ha quemado. Felicidades a quienes corresponda, desde el mismo obispo hasta otras instancias intermedias. Hora es ya de que vuelva esa discreción a los nombramientos episcopales para no enturbiar más las cosas.
En el nº 2.694 de Vida Nueva.
