Niños que mueren de hambre

P. DOMINGO JIMÉNEZ GARCÍA-ABADILLO, misionero javeriano, MURCIA | Hoy se habla mucho del hambre, pero, para comprenderla, hay que verla y pasarla. Jamás podré olvidar a esos niños en el hospital de Lunsar, en Sierra Leona, que morían de hambre. Y los hermanos de San Juan de Dios del hospital me decían: “Muchísimos niños mueren de hambre, en este hospital, porque maman sangre de sus madres”.

Estas madres de Sierra Leona, que dan de mamar sangre a sus hijos, ellas mismas están malnutridas desde que nacen, y están mal alimentadas durante toda su vida; son tan pobres que tampoco tienen dinero para comprar biberones u otros alimentos para sus bebés.

Durante 32 años que he vivido y trabajado como misionero en Sierra Leona, he constatado que la gente solo puede comer una vez al día; incluso miden la cantidad de arroz para no pasarse. La comida del día suele ser una taza normal de arroz para los adultos y, en tiempo de extrema escasez, los niños tienen que conformarse con media taza; este arroz va cocido y lo comen con un poco de salsa picante. Y es la comida cada 24 horas.

A esta pobreza extrema de la alimentación hay que añadir que carecen de luz eléctrica. El agua que tienen y beben no es corriente ni potable. Solo tienen el agua llovida y la de los pozos cuando estos no se secan.

En el nº 2.787 de Vida Nueva.

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