Medias verdades

El ministro de trabajo, Celestino Corbacho

(José Ignacio González Faus) No hay mentira mayor que una verdad a medias. Más aún: en cuanto salimos del ámbito de lo material, ya intuyó Pascal que todas las mentiras no son más que verdades parciales. Oigamos si no a Strauss-Kahn (SK), presidente del FMI: “Las medidas que ha tomado Zapatero son muy correctas porque harán que mucha gente pase hambre, que Cáritas se vea desbordada, que algunas familias tengan que subsistir con dos o tres dólares al día”. Naturalmente, SK no dijo eso, sino que las medidas eran correctas. Pero podía haberlo dicho. ¿Por qué no lo dijo?

Aquí estamos en las medias verdades peores que las mentiras. Aquel mismo día fusilaron a un preso en Utah (USA). El gobernador podría decir, con SK, que era una medida correcta porque liberaba al pueblo de una amenaza. Quienes se oponen con razón a la pena de muerte responderán que bueno es liberar de amenazas a la gente; pero la pregunta es si justifica medios tan bajos. El problema de fin y medios es uno de los mayores de la vida moral humana. Y presentar un catálogo de fines aceptables, sin hablar de los medios, es una gran inmoralidad.

Cabe objetar que en las medidas de ZP no son medios opcionales, sino necesarios: no hay otro camino. Un sistema que impone medios absolutamente injustos para conseguir fines buenos, es intrínsecamente injusto, irracional e inhumano. Eso es lo que pasa con nuestro sistema económico, por eficiente que sea.

Si sacamos esa lección de la crisis, habrá servido para algo. Si no la aprendemos y seguimos esperando que escampe y siga  igual, de aquello que hasta las derechas decían al comienzo de la crisis (hay que refundar el capitalismo), nos habremos quedado con reforzar el capitalismo.

Nunca saldremos de la debacle, sino que iremos soportando crisis más frecuentes y fuertes. Porque se habrán revelado como el gran medio para enriquecer más a los muy ricos, que, como buenos avaros, no dejarán escapar la ocasión.

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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