Más conciencia

+ FERNANDO SEBASTIÁN | Arzobispo emérito

“Los hechos están demostrando que sin la voluntad general de atenerse a un código moral apoyado en la naturaleza de las cosas es imposible la convivencia. A medida que avanzamos en este proceso, se abren ante nosotros verdaderos abismos de destrucción”

Esto que llamamos “la vida” nunca está del todo bien porque depende de muchas voluntades. Hace 40 años, pensamos que la moral era una antigualla. Cambiamos la decencia por la astucia, la honradez por la euforia de la transgresión. Es decir, eliminamos la conciencia moral como norma de comportamiento personal y colectivo. Desde entonces vivimos en la exaltación de la libertad como valor supremo de la vida y en la entronización del egoísmo como norma real y verdadera de vida. El resultado es una sociedad desquiciada.

Los hechos están demostrando que sin la voluntad general de atenerse a un código moral apoyado en la naturaleza de las cosas es imposible la convivencia. A medida que avanzamos en este proceso de ampliación de las libertades sin respeto a una norma moral fundada en la razón y en la naturaleza de las cosas, se abren ante nosotros verdaderos abismos de destrucción, crece la violencia, se destruye la humanidad del hombre y el egoísmo de los más fuertes se erige como verdadera norma de vida (mentiras y engaños, abortos, eutanasia, infidelidades, corrupción).

Necesitamos una regeneración moral de la sociedad. Y esto tenemos que hacerlo entre todos, desde las escuelas, desde las parroquias, desde los medios de comunicación, y de manera singular desde los puestos de responsabilidad y gobierno. La fórmula es muy sencilla: un tercio de veracidad, otro tercio de justicia y el resto de responsabilidad. Fuera la mentira, fuera la ambición y la prepotencia, y fuera también la adulación y el servilismo.

Los cristianos estamos siendo demasiado cobardes. Volvamos al camino de la seriedad y de la sensatez. Para decirlo todo, aunque la religión es más que la moral, la fe en Dios creador y redentor es el mejor fundamento de una vida moral y sensata. A la hora de la verdad, el mensaje laicista es disolvente y destructor de la humanidad del hombre..

En el nº 2.766 de Vida Nueva.

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