María Magdalena, apóstol

Carmen Bernabé, teóloga, Universidad de Deusto

Carmen Bernabé, teóloga, Universidad de DeustoCARMEN BERNABÉ | Teóloga. Universidad de Deusto

“Por expreso deseo del papa Francisco”, lo que era ‘Memoria obligatoria’ de María Magdalena, en el calendario litúrgico romano, se eleva al rango de ‘Fiesta’, como con el resto de los apóstoles. Según monseñor Roche, “la decisión se inscribe en el contexto eclesial actual, que requiere una reflexión más profunda sobre la dignidad de la mujer”.

Es muy significativo que esta decisión se tome en un momento en el que su memoria lleva años siendo reivindicada como modelo y figura de autoridad por mujeres que en la Iglesia demandan un mayor protagonismo y autoridad. Y es importante que suceda precisamente cuando surgen intentos de utilizar su figura con ciertos énfasis y silencios, para promover otro modelo de mujer “modernamente tradicional”.

Es trascendental que los aspectos fundamentales recordados en su Fiesta sean aquellos que los Evangelios y las primeras comunidades nos transmitieron: su cualidad de discípula de primera hora, receptora de la primera aparición del Resucitado, y su cualidad de apóstol, es decir, que sea recordada como enviada por el Resucitado a anunciarlo; aspectos estos que centran el prefacio de la Eucaristía, creado ex profeso para la ocasión.

Que la Memoria pase a ser Fiesta supone que su memoria recogida y transmitida en los Evangelios debe ser celebrada universalmente, con lecturas y oraciones propias que deben hacer referencia a su importancia y autoridad como discípula, testigo y apóstol de Jesús, antes y después de su Resurrección.

Tiene gran importancia que estos aspectos de María Magdalena sean recordados y “festejados” litúrgicamente. En la liturgia, como actividad ritual de una comunidad, es donde se reafirman las creencias, se interiorizan los modelos ideales de comportamiento y se convierten en paradigmas de conducta referenciales que crean identidad personal y grupal, a la vez que transforman al individuo y a la comunidad.

Esperemos que, dentro de un tiempo, su día pase a ser declarado ‘Solemnidad’, como ocurre en el caso de Pedro y Pablo.

En el nº 2.993 de Vida Nueva

Compartir