El error fue autorizar la fecha y el lugar de la manifestación de Europa Laica

Enfrentamiento entre los manifestantes y los jóvenes católicos ayer en la Puerta del Sol

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | El error estuvo en autorizar, en esa fecha y en ese lugar, la manifestación de ayer, miércoles 17 de agosto, convocada por varios colectivos contra la financiación pública de la visita del Papa. La responsabilidad es del delegado del gobierno en Madrid e indirectamente de este Gobierno, poco capacitado ya para tomar decisiones. Por una sencilla razón. A nadie se le ocurre echar gasolina en un lugar inflamable.

La Puerta del Sol, como todo el centro de Madrid, lleno de peregrinos, muchos de ellos extranjeros, que quedaron asombrados de ver un papamóvil con la cabeza de un diablo en la delantera y signos ofensivos a sus creencias. Las pancartas ni las entendían. Muchos no sabían hablar español, pero entendieron los signos de alevosía contra sus creencias.

No se quedaron quietos y protestaron como sabían: cantando y vitoreando al Papa. ¿ O es que es eso delito? No se podía esperar otra cosa. El enfrentamiento estaba servido.

Se podía haber aprobado la legítima manifestación
otro día y en otro lugar.
Los medios, algunos ávidos de estas noticias,
hubieran ido a donde hubiera hecho falta
con tal de ponerle foco.

Se podía haber aprobado la legítima manifestación otro día y en otro lugar. Los medios, algunos ávidos de estas noticias, hubieran ido a donde hubiera hecho falta con tal de ponerle foco, pero no aquí y en ese momento. El espectáculo ante los peregrinos extranjeros fue bochornoso. La imagen, pésima para quienes nos visitan a quienes a buen seguro que les volvió la vieja imagen de la España enfrentada.

Y lo curioso era ver entre los manifestantes a colectivos cristianos agrupados en Redes Cristianas que, al final, declararon que se les había ido de las manos la iniciativa. Los motores se habían venido calentando. No se podía esperar otra cosa. Hay también responsables indirectos. Cuando se siembran vientos siempre hay que esperar las tempestades y algunos miembros de este colectivo cristianos venían calentando motores y aventando la parva desde hacía ya tiempo.

Ya ha pasado todo, aunque ha quedado la imagen manchada y el amargo sabor en medio de tanta alegría. ¡Ay la rabia, qué mal hace¡ Mal quedó la  imagen de nuestro país ante los muchos jóvenes extranjeros, que, de buen rollo y dando un gran ejemplo de civismo, viven estos días entre nosotros. En Londres, la manifestación autorizada fue muy lejos del escenario en donde se movían los visitantes, casi cuatro kilómetros. En París, igualmente en un barrio alejado. En España hubo que hacerla en la boca del lobo. No es esto lo que se merecen jóvenes peregrinos que con buena voluntad han venido a España a cantar y rezar y a ofrecer un mensaje de esperanza. Hemos dado la nota, pero no dejo de preguntarme: ¿qué mal le hacen estos jóvenes?

Ahora queda pasar página
y esperar hoy al Papa y
disfrutar de estas jornadas,
que serán positivas e inolvidables.

Ahora queda pasar página y esperar hoy al Papa y disfrutar de estas jornadas, que serán positivas e inolvidables. Hay que apelar al sentido común. Gracias a Dios, no todos los ateos y agnósticos son tan intransigentes. Los hay, y muchos, respetuosos y tolerantes. Con ellos, a cualquier lado; con estos, es mejor ir, como decía Luis Cernuda, a “donde habite el olvido”.

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