Lo entiendo, pero no lo acepto

(Hno. Corentin Le Bot– Loctudy, Francia) Me ha llamado la atención la parte final de la carta “Un hijo con síndrome de Down”, publicada en el nº 2.628 de Vida Nueva. “Un autor del siglo XX, ante una hija ciega e inválida, dijo a sus padres: ‘¡Con qué alegría lleváis esta gran bendición de Dios!'”.

Entiendo, pero no puedo aceptar, la formulación. ¿Tener a una hija ciega e inválida=bendición de Dios? ¿Es que Dios puede mandar un mal como bendición?

A ninguno de los seres humanos con quienes me encuentro cada día en el hogar para personas en el final de su vida -donde está mi hermano mayor-, aguardando con resignación y sumisión su fin de vida, menos aún a los que lo hacen sufriendo, me veo diciéndoles algo como: ‘Las penas que está usted sufriendo son una gran bendición de Dios…’.

Lo que quisiera decirles a todos estos seres -sufriendo o no- es que están permanentemente bajo la gran bendición del Dios-Amor, que nos espera a todos.

En el nº 2.631 de Vida Nueva.

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