Las condiciones del diálogo

(Francesc Torralba Roselló-Profesor de la Universidad Ramón Llull) El diálogo no presupone uniformidad. Más bien lo contrario. Entre realidades absolutamente idénticas no puede darse propiamente diálogo. Éste implica radicalmente la diferencia, por eso mismo, también de pluralidad. Es necesario respetar al otro en su diferencia. A la lógica de la asimilación, se debe contraponer la lógica del reconocimiento. La pluralidad, no sólo de seres humanos sino también de perspectivas y el respeto y el reconocimiento de las mismas, es la primera condición del diálogo.

La segunda condición para el diálogo implica permanecer fiel a sí mismo. Si los interlocutores del diálogo no se definen por una cierta identidad religiosa y cultural, no hay propiamente diálogo. Esta fidelidad ayuda a formular la tercera condición: la necesidad de encontrar una base común, un criterio común sobre el que se pueda estar de acuerdo. Se trata, en suma, de una condición en cierto modo trascendente, pues no es inmanente a ninguno de los interlocutores del diálogo. Para poder tener acceso a ello, precisan tener acceso a una dimensión que se puede denominar analógica, porque supera la univocidad de la identidad y la equivocidad de la diferencia.

En esta dimensión analógica, el diálogo evoca una realidad que abarca a los interlocutores sin hacerlos unívocos. La referencia a esta dimensión es la condición de posibilidad del diálogo. Es una referencia a una verdad más alta, porque no coincide con la verdad limitada de cada dialogante.

El diálogo se articula a partir de una tensión entre fidelidad a la identidad y adaptación a lo nuevo. Esta dinámica dialógica posibilita la superación de la violencia y la construcción de la paz, pero nunca se construirá si se confunde con el puro relativismo de las convicciones.

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