Laicismo

(+ Fernando Sebastián– Arzobispo emérito)

“Nuestra fuerza está en la libertad. No la libertad barata del hacer cada uno lo que le dé la gana. Sino la libertad de vivir cada uno según sus propias convicciones. La libertad de la fe y de la coherencia personal”

Nos quejamos del “Proyecto Zapatero”. Y con razón. No es que ataque directamente a la Iglesia. Ataca al patrimonio espiritual y moral de la nación, a la conciencia moral de nuestra sociedad, a las bases morales de nuestra vida y de nuestra convivencia.

Nuestro Gobierno actual pretende cambiar la sociedad por medio de la acción de gobierno. Muchas de sus leyes son ideológicas y están en contradicción directa con lo que nosotros, desde la razón y la fe cristiana, consideramos el bien del hombre y de la sociedad, según el orden de la naturaleza y según la sabiduría y la voluntad de Dios. Esta forma de actuar es una desmesura, una intromisión totalitaria en nuestra vida. Ellos creen que están haciendo una obra grandiosa. Nosotros pensamos que es un despropósito.

Contra este abuso de autoridad, nuestra fuerza está en la libertad. No la libertad barata del hacer cada uno lo que le dé la gana. Sino la libertad de vivir cada uno según sus propias convicciones. La libertad de la fe y de la coherencia personal. Tengo la impresión de que los cristianos españoles hemos sido demasiado comodones y bastante cobardes.

Este es ya el momento de decir “hasta aquí hemos llegado”. La Cuaresma es un buen momento. Que cada familia cristiana se imponga la obligación de acudir a la Misa dominical. Que los sacerdotes y religiosos no ocultemos nuestra condición. Que los jóvenes cristianos que no quieran ser juguetes de Zapatero vuelvan a la Iglesia. Pongámonos una cruz al cuello o en la solapa. Coloquemos algún signo religioso en el coche, en la puerta de nuestras casas.

Pongamos una vela encendida en nuestra ventana en la noche de Pascua. Son detalles externos, ciertamente. Pero es también una manera de mostrar la fe en Dios y en Jesucristo, una forma de ser libres y no dejarnos envolver por las marrullerías del laicismo.

En el nº 2.746 de Vida Nueva.

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