La vida importa, y mucho

(Rosendo Alcaraz Gutiérrez– Sevilla) La nueva ley del aborto es un retroceso en la defensa de la vida humana del inocente no nacido. Es una desprotección de la vida que el artículo 15 de la Carta Magna apoya, aunque después “vengan las rebajas” que la haga prácticamente libre en la práctica.

La manifestación del 17 de octubre en Madrid contra el aborto y a favor de la vida es una prueba de los millones de personas que apostamos por su defensa en todos sus estados hasta su final natural.
Hay vida desde el momento de la fecundación. Con 12 semanas, el bebé está vivo y completo en el vientre materno, y con 14 semanas, puedes triturarlo o envenenarlo para poder abortarlo. El Gobierno te apoya económicamente, incluso si tienes 16 años, pagándote esta carnicería, al tiempo que no apoya adopciones anónimas o ayudas a las madres embarazadas. Incomprensible e inhumano. El aborto se ha convertido en un lucrativo negocio para las clínicas que se dedican a ello, recibiendo sustanciosas subvenciones de dinero público que pagamos entre todos los españoles. Es falso y demagógico decir que con ello se defiende a las mujeres, pues ninguna ha estado en la cárcel por abortar en nuestra nación, como bien sabe el Gobierno.

El apoyo por parte de los obispos a la manifestación contra el aborto es un acto valiente y esperado. La Iglesia católica, a contracorriente, políticamente incorrecta, con los más desvalidos de la sociedad, como Jesucristo.

En el nº 2.678 de Vida Nueva.

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