La siesta nacional

José Luis Corzo(José Luis Corzo– Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid)

“Es el momento de las celebraciones religiosas populares, la hora de acudir a la ermita, de sacar el santo por las calles, la Virgen del Rocío o la custodia -como hicimos al empezar el verano- y la hora de recuperar nuestros vínculos con Dios. Datos e ideas aprendidos en la catequesis se han desvanecido mucho, pero el corazón no”

La fiesta nacional coincide con la siesta veraniega. España se tumba después de comer aplanada por el sol del verano, y celebra sus fiestas con vino y toros. Las celebraciones patronales no faltan en ningún sitio. Ni la crisis puede con nosotros, afortunadamente. Celebrar es algo más que volver la memoria hacia atrás; es recordar, pasar por el cor/cordis -corazón- los vínculos que nos unen con todo aquello, con el pueblo de nuestra infancia, con la familia, con los antepasados… ¡Vamos, que se celebra para recuperar nuestras relaciones! Como una red invisible y resistente en la que vivimos como hijos, nietos, amigos, paisanos… Está claro que la sede de nuestras relaciones no es la mente, sino el corazón que nos ata. 

Así que también es el momento de las celebraciones religiosas populares, la hora de acudir a la ermita, de sacar el santo por las calles, la Virgen del Rocío o la custodia -como hicimos al empezar el verano- y la hora de recuperar nuestros vínculos con Dios. Datos e ideas aprendidos en la catequesis se han desvanecido mucho, pero el corazón no. Los lazos de la infancia nos atan a todo eso y ahí siguen. ¡Menos mal! Por poco arrambla el Concilio con la religiosidad popular, cuando ahora es lo único que nos queda. Así que ¡vamos a montar más fiestas y a llenar las plazas de gente! 

Serenata de flores, velos blancos, fiesta del pueblo. ¿Triunfo de la fe? Dos plegarias: El pensamiento de los dos curas durante la procesión es idéntico: el 93,2% de las ovejas que quedan al margen. Pero sus plegarias son distintas. El párroco: ‘Perdónalos porque no están aquí Contigo’. El coadjutor: ‘Perdónanos porque no estamos allí con ellos’. L. Milani, Experiencias Pastorales (BAC, Madrid 2004) p. 43.

En el nº 2.669 de Vida Nueva.

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