La oveja y el puchero

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“La hermana oveja y el hermano puchero son también buenas ayudas para empeñarse en trabajar en lo que llamamos la experiencia de Dios…”

No se me preocupen, como diría el famoso cómico. Cualquier parecido con una receta culinaria es pura y fantasiosa coincidencia. Ni tampoco una especie de fábula entre lo que pasara entre el animal y la cacharrería. Son simples términos empleados para hacer comprender algo que está mucho más allá de aquello que esas palabras pueden significar.

Con motivo de la celebración del quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, se han venido en recordar algunas expresiones propias de la santa de Ávila. Una que nos interesa: “Entended que, si es en la cocina, también entre los pucheros anda el Señor”. Es decir, que hay que vivir y percatarse continuamente de la presencia de Dios.

El papa Francisco, en el santo empeño de hacernos comprender con claridad los misterios de Dios y la misión de la Iglesia, advierte que hay que “oler a oveja”, lo que equivale a decir que hay que estar cerca de la gente y sentir sus alegrías y desazones, que es el buen camino para dejarse encontrar por Dios.

Decía Benedicto XVI que Dios había desaparecido del horizonte de muchas personas. Domina la indiferencia. Dios es el gran protagonista de la historia y no se conforma con pasar a un segundo plano. Prueba de ello es esa insaciable sed de Dios que sienten incluso muchos de aquellos que dicen no querer saber nada de la trascendencia ni de la revelación.

Tiempos recios, que diría santa Teresa, en los que hay que superar tentaciones y emprender nuevos caminos de lealtad a Dios y de confianza en las personas. Días de “globalización de la indiferencia”, pero en forma alguna podemos declararnos muertos, advierte el papa Francisco.

Habrá que llegar a las periferias y a las cocinas, según las indicaciones que nos hacen el Papa y la santa, pero no para quedarse allí, sino para dejarse encontrar por Dios y llegar a los atrios de los gentiles y a las tiendas del encuentro de los creyentes y, en todo lugar y tiempo, hablar con Dios y hablar de Dios.

Que los centenarios sirvan para abrir la investigación en archivos y sacar de los arcones nuevos documentos que ayudan a conocer la personalidad, ciertamente deslumbrante, de santa Teresa es buena razón y será justo aprovechar la circunstancia. Pero, sobre todo, es una mirada a la historia, la “historia de un alma”, para recordar que supone pasar de nuevo por el corazón y hacer que se mueva con los latidos del corazón de una monja universal que es doctora en los misterios de Dios.

En palabras franciscanas, diríamos que la hermana oveja y el hermano puchero son también buenas ayudas para empeñarse en trabajar en lo que llamamos la experiencia de Dios, que no es otra cosa sino la de hacer de la presencia de Dios la propia casa. En todo momento resultará imprescindible el dejarse acompañar por la luz del Espíritu y las lecciones que se reciben en la escuela de la Palabra de Dios.

En el nº 2.882 de Vida Nueva.

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