La huella imborrable de ‘La Santa’

Mercedes Lahoz, ecfs religiosa

Mercedes Lahoz, ecfs religiosaMERCEDES LAHOZ, ecfs

Una juventud que lleva en sus entrañas la valentía, la sencillez, la fidelidad a la Iglesia, el amor entrañable y la alegría de grandes santos de la Iglesia.

Yo no soy abulense, y quizás por eso me pueda permitir describirlos así. En tres años en Ávila me he sorprendido al ver en tantos jóvenes la huella imborrable de “La Santa” (así la conocen todos en Ávila). Quizás una huella muchas veces inconsciente por la diferencia generacional (500 años no es una cifra nada despreciable), pero ciertamente visible tanto en lo exterior de la ciudad como en el carácter. Los jóvenes que os encontraréis en Ávila son herederos de lo que el Amor puede hacer con una vida que es capaz de darse por entero, y eso se nota.

Durante todo este Año me sorprendía ver la alegría con la que acogían las palabras de La Santa y el entusiasmo con el que se han lanzado a la misión. Para nuestra pastoral juvenil, también este centenario ha sido oportunidad para conocerla más de cerca y aprender de ella. Sentirnos identificados con sus anhelos adolescentes, con sus batallas emocionales, con su enfermedad, con su inquietud sobre las cosas de este mundo, pero, sobre todo, con su búsqueda de la felicidad y de la eternidad.

Santa Teresa ha invitado a más de uno a hacerse preguntas con valentía y a rezar con sencillez de corazón: “Vuestra soy, para vos nací”. Hemos cantado la poesía de La Santa en muchas ocasiones, y en nosotros ha ido creciendo el asombro por tantas cosas como el Señor nos ha regalado y el Amor tan grande con el que nos rodea siempre.

Como Teresa, hemos sido fieles buscadores de la Verdad junto con don Jesús, nuestro obispo, que durante todo este año nos ha ayudado y alentado en todas las iniciativas misioneras que hemos llevado a cabo. Hemos querido vivir el último suspiro de Teresa: “Al fin, muero hija de la Iglesia”, y hemos experimentado la alegría de formar parte de una familia que nos sostiene en el dolor y en nuestras dudas, y que se alegra enormemente con nuestras alegrías. Hemos disfrutado de la paz de sentirnos amados, y también del gozo de sentirnos “piezas clave” de la historia que Dios quiere transmitir a la humanidad.

Y, a punto de terminar este intenso Año Teresiano, Teresa nos invita a ser esos “amigos fuertes de Dios” que el mundo necesita. No podemos guardar todo lo que hemos recibido. Como Teresa, no podemos volver la espalda a la actualidad de nuestra sociedad y al grito de una humanidad cada vez más deshumanizada por haber quitado a Dios del centro del castillo.

Estos días, en Ávila os abrimos la puerta de la muralla para que os adentréis en el castillo y disfrutéis todos de la aventura apasionante de Teresa. Acercaos a su vida sin el prejuicio de estar escuchando palabras anticuadas.

Casi todos los días, cuando paso cerca del convento de la Encarnación, pienso y me pregunto: ¿cómo pudo hacerse una mujer tan grande desde este lugar tan escondido del mundo? Creo que es una invitación a quitarnos los complejos de pobreza y debilidad. Invitación a entusiasmarnos con una experiencia que es de ayer, de hoy y de siempre y está pensada para ti.

En el nº 2.952 de Vida Nueva

Más artículos de ‘Entre Marta y María’

 

ESPECIAL TERESA DE JESÚS:

Compartir