La fuerza transformadora del Evangelio

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

Es un hecho fácil de constatar: el Evangelio transforma no solo a las personas, sino también la realidad en la que viven. La Palabra de Dios es capaz de cambiar cualquier realidad de injusticia y pobreza, de división o desamor. Los cristianos sabemos que esto es así, pero cuando uno lo experimenta en carne propia, como lo hacen o lo han hecho muchos de los que leerán estas líneas, uno se siente interiormente gozoso. La fuerza se realiza en la debilidad, como dice san Pablo.

Acabo de realizar la visita pastoral a las Cuevas de Guadix, donde san Pedro Poveda comenzó a vivir, a los pies de la Virgen de Gracia, el carisma de la educación y la cultura como fuente y camino de la verdadera libertad y realización humana y cristiana. El lugar donde del siervo de Dios, Federico Salvador y Ramón, fundador de las Esclavas de la Inmaculada Niña, continuó la labor de Poveda, y donde tantos buenos párrocos han sido instrumentos para que el Evangelio fecunde y transforme uno de los lugares, en su tiempo, más pobres de Europa.

Hoy el Evangelio sigue transformando la realidad de las Cuevas. En estos días pensaba: ¿qué ocurriría si de las Cuevas de Guadix desapareciera la presencia de la Iglesia?, ¿cómo sería el barrio sin sus dos parroquias, sin la presencia de la Institución Teresiana, con su colegio, con el centro social?

La presencia evangélica no suele hacer ruido, pero es eficaz y fecunda; no avanza con éxitos rápidos y evidentes, sino con perseverancia y mucha paciencia, con presencia alegre. Como dijo Juanico, un gitano anciano y niño en la época del P. Poveda, a la pregunta sobre la santidad: “Yo solo sé que desde que el P. Poveda estuvo aquí, en las Cuevas, somos más personas”. Pues esa es la fuerza transformadora del Evangelio.

Y esa también la necesidad de seguir el llamado del Papa a ser una Iglesia en salida.

En el nº 2.932 de Vida Nueva

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