La educación católica

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

Siempre que los políticos ponen sobre la mesa el tema de la educación, una de las banderas más discutidas es el de la educación católica, ya sea la enseñanza concertada, ya la clase de Religión. Pocas veces he visto entre estos políticos posturas que llamen a un diálogo franco e integrador.

Con el argumento de la opción por una educación pública de calidad, se priva a los padres del derecho primero y fundamental de elegir la educación que quieran para sus hijos, incluida la educación religiosa. El Estado se convierte así en el primer, y casi único, responsable de la educación de los niños y jóvenes. ¿Por qué será? ¿No será acaso una tentación del pensamiento único?

La enseñanza concertada católica es una educación pública como cualquier otra. Lo que la distingue es que educa en cristiano, es decir, desde los valores evangélicos. Esta es su vocación y su misión.

Por ello, cabe preguntarse si nuestros colegios católicos tienen esa identidad que los define en el marco de una sociedad democrática y plural como la nuestra. Creo que estamos en un momento muy bueno para hacer un verdadero examen de conciencia en lo que se refiere a la identidad. En esta cuestión nos lo jugamos todo.

No cabe duda que para la Iglesia, como para la sociedad, la educación es un reto. Nuestras escuelas tienen como objetivo el desarrollo integral de la persona, lo que ofrecemos a católicos y no católicos, creyentes y no creyentes. Nuestra propuesta, por tanto, es clara: Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la historia.

Merece la pena seguir caminando, a pesar de las dificultades, en este campo de la educación, porque es una tarea enraizada en lo más profundo de la misión de la Iglesia.

Publicado en el número 3.028 de Vida Nueva. Ver sumario

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