La cultura, cenicienta para nuestros obispos

(Juan Rubio)

La presencia de Dios en la cultura moderna
ocupa y preocupa a Benedicto XVI. Ratisbona, París, Praga y Lisboa fueron escenarios de importantes intervenciones en las que expresó esta inquietud. En el Centro Cultural Belém, de Lisboa, citando a Camoens, decía: “Mostrad al mundo nuevos mundos en este momento que exige lo mejor de nuestras fuerzas y audacia profética”. Es la misma audacia que mostró en su encuentro con los artistas en el Vaticano y la que le ha llevado a hablar de la importancia que para la Iglesia tiene estar en lo que llama “el Atrio de los Gentiles”, lugar de diálogo, no de apologética. Retomando esta expresión del Papa, el arzobispo Gianfranco Ravassi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, lanzó la propuesta de organizar ese “atrio”, que tendrá en España un prólogo y que en primavera se iniciará en París.

En España, francotiradores apegados a posiciones ideológicas muy definidas hacen sus incursiones en este apasionante campo: Comunión y Liberación, con proyectos culturales concretos y su macroencuentro en Rímini; CEU-San Pablo y su visión específica del papel de la fe en la cultura, con actos aislados en los que se repite su versión apologética; algún que otro modelo diocesano ambicioso, como el que lidera el arzobispo de Granada pivotando en el Instituto Edith Stein. Francotiradores los hay en congregaciones y órdenes religiosas: los jesuitas y los dominicos tienen proyectos transversales en el ámbito de la cultura, o la vena cultural de los benedictinos en la Abadía de Monserrat. Francotiradores que luchan por hacer presente la fe en la cultura: unos con un deseo excluyente y otros con una oferta más abierta. Recomiendo, para entender mucho de cuanto sucede en España, el trabajo de Juan María Laboa: Métamorphoses du sacré. Acculturation, inculturation, syncretisme, fondamentalisme (Homo Religiosus. Serie II del Centro de Historia de las Religiones de Louvain-la-Neuve. Brepols Publishers). Un atinado diagnóstico que toma como pie de estribo a Blondel.

Cuando falta proyecto, se vive de las rentas. En España, de cara a la declaración de san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia, se anda reuniendo a investigadores del siglo XVI que traigan a la memoria la gran riqueza cultural de la Iglesia española en el siglo XVI. Una lección del ayer que el hoy no puede tergiversar. Un humanismo vivo y audaz, pese a los contratiempos y a los vientos erasmistas.

La Conferencia Episcopal Española tiene un Departamento de Cultura en la Comisión de Seminarios y Universidades y, hoy por hoy , es una de las que menos ofertas presenta en este ámbito, como si no le interesara, o no fuera prioritario. En Portugal, el proyecto cultural es importante, como lo es para Italia, en donde aún pervive el famoso Proyecto Ruini. En Francia cada vez es más sólido y en Bélgica se trabaja desde hace tiempo en él. Al menos, tienen proyecto. En España, sólo actividades aisladas. Quizá piensen los obispos, en ésta como en otras cosas, que les basta con seguir delegando responsabilidades propias en manos de algunos nuevos movimientos, ávidos de ir ocupando, cada vez más, el terreno que les dejan libre y que ellos llenan con sus proyectos, legítimos, aunque excluyentes. Nos jugamos mucho en este terreno.


director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.721 de Vida Nueva.

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