La cariñosa bofetada del Papa

manifestación de musulmanes contra la publicación de las caricaturas de Mahoma en la revista Charlie Hebdo

manifestación de musulmanes contra la publicación de las caricaturas de Mahoma en la revista Charlie Hebdo

GERMÁN ARCONADA, Misionero de África | Solo una vez mi madre me dio una torta. Y lo recuerdo siempre con cariño. Manos blancas no hacen daño. No me costó reconocer en esa bofetada su cariño y su deseo de protegerme. Sé que algunos hacen alarde de no haber pegado ninguna torta a sus hijos, lo cual me parece una abdicación de su deber de educarlos. Todos somos débiles y frágiles, cometemos errores. La corrección que no humilla, que no es denigrante ni insulta, es una prueba de amor.

Yo soy Charlie. Se ha dicho esta frase de mil maneras, con mil imágenes televisivas, con miles de reportajes y testimonios en nuestra Europa moderna y liberal. Y todo para desembocar en una manifestación abanderada por una veintena de jefes de gobierno dándose la mano y más de un millón de personas siguiendo sus pasos. Todo se presentaba como el triunfo de la democracia y de la paz.

Ahora parecía que podíamos dormir tranquilos y sosegados. Ya nada podía inquietarnos… El pretendido enemigo de la democracia quedaba “neutralizado”, lejos de nuestro mundo liberal.

Y el papa Francisco, desde la periferia de un país asiático, nos despertó con una cariñosa bofetada profética: “El que insulte a mi madre, que se espere a mi bofetada”. Era como decirnos:

  • ¡Ojo! al Charlie de nuestro mundo liberal, que se permite humillar e insultar al creyente musulmán ridiculizando a su Profeta.
  • ¡Ojo! al Charlie europeo, que se reviste de amenazas bélicas para intimidar a los que no respetan su pretendida libertad para reírse de los demás.
  • ¡Ojo! a la discriminación que margina a los que no son como nosotros.

Y, para nuestra sorpresa, nos hemos despertado con la respuesta violenta en algunos países musulmanes, quemando iglesias, escuelas, bibliotecas y dispensarios creados por europeos. Algo huele a podrido en nuestro mundo. Se nos pide una conversión al diálogo fraterno, al respeto mutuo. Se nos pide no ser “nunca más el Charlie que humilla” en nombre de una libertad que rompe el diálogo entre los hombres. ¿Aceptaremos con cariño la bofetada del Papa?

Un compañero misionero escribe desde Níger: “Sabemos que en Níger las iglesias –católicas y protestantes–, la casa sacerdotal (motos, coche…), la escuela, un centro cultural y su biblioteca han sido destruidos por el fuego. Hay cuatro muertos y un centenar de heridos…”. Es para pensar. ¿Debemos ser Charlie?

En el nº 2.926 de Vida Nueva

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