(+ Amadeo Rodríguez Magro– Obispo de Plasencia)
“La que se celebra este mes pone de relieve, una vez más, que el sentido misionero ad gentes sigue vivo: lo hacen los participantes, que llevan la misión en sus corazones, por ser la opción de sus vidas; y lo hace el programa que, en sus ponencias y comunicaciones, aproxima con competencia y experiencia a la misión”
Para muchos sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral, el verano es un tiempo de cambio de ocupación. Las tareas ordinarias se cambian por algunos días dedicados a la convivencia y la formación en diversos lugares de la geografía española, normalmente, si es posible, alejados del calor. Entre todos estos encuentros veraniegos, la Semana Española de Misionología es un ejemplo de supervivencia. Cada mes de julio, desde hace 62 años -que se dice pronto- ha convocado en Burgos a un buen puñado de cristianos y cristianas de todos los sectores del Pueblo de Dios, que se muestran especialmente sensibles a la misión universal. En esa ciudad misionera por tradición, en la que han tenido su cuna en España las misiones diocesanas y las instituciones que la promovían, es ahora su creativa Facultad de Teología la que continúa esa tradición, con el apoyo de la Comisión Episcopal de Misiones de la CEE. Desde la teología, la espiritualidad o la pastoral se abordan cada año los perfiles de la misión ad gentes, sobre todo en la diversidad de situaciones humanas, sociales, culturales y, naturalmente, geográficas.
La que se celebra este mes pone de relieve, una vez más, que el sentido misionero ad gentes sigue vivo: lo hacen los participantes, que llevan la misión en sus corazones, por ser la opción de sus vidas; y lo hace el programa que, en sus ponencias y comunicaciones, aproxima con competencia y experiencia a la misión. Se pretende mirar hacia la diversidad de ámbitos sociales y culturales, unos más lejanos y otros en nuestro entorno, en los que es necesario el primer anuncio del Evangelio. Pero siempre son conscientes de que es la misión universal, por su carácter original, la que hace sostenible y misionera la pastoral ordinaria de nuestras diócesis y parroquias.
En el nº 2.668 de Vida Nueva.
