Juglares de la creación

Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de MadridALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid

“La Iglesia podría ser la gran defensora de una ecología sostenible, por su presencia universal y por sus motivaciones morales de sobriedad evangélica…”.

De acuerdo con su etimología –de oikos, casa, vivienda–, la ecología no trata propiamente del universo, sino de nuestro planeta Tierra. En cambio, para los judeo-cristianos, que tenemos al comienzo de la Biblia el relato de la Creación, se refiere en un principio al universo en general, si bien luego se centra en lo que afecta al hombre y a su entorno en particular.

Según el National Geographic, mientras la población mundial en tiempos de Cristo se calcula aproximadamente en doscientos millones de habitantes, el año pasado hemos llegado a los siete mil millones. ¿Cómo alimentar a tanta gente?

Pero según la FAO, en el planeta hay todavía recursos suficientes para alimentar hasta 1.200 millones de habitantes. El problema no es de recursos, sino de sobriedad, de justicia y de distribución. Como dice el Papa, la sociedad está tomando conciencia del problema, pero falta tomar actitudes éticas y decisiones políticas.

Y no se trata solamente de cuidar la creación para nosotros, sino también para los otros, las generaciones que vengan detrás, cuyo futuro ponemos en peligro.

La Iglesia podría ser la gran defensora de una ecología sostenible, por su presencia universal y por sus motivaciones morales de sobriedad evangélica y de solidaridad fraterna.

Jesús vivió y predicó la austeridad evangélica, que libera, no la miseria, que esclaviza, al mismo tiempo que la solidaridad entre los hombres, para compartir los bienes materiales.

Los cristianos debemos ser los juglares de la creación. No solo cuidando de ella por motivaciones interesadas, porque estamos como el que está cortando la rama del árbol en el que está subido, sino por su infinita belleza, su inmensa grandeza, y, sobre todo, en reconocimiento y gratitud a Dios, que lo ha creado y lo conserva todo por amor a nosotros.

En el nº 2.832 de Vida Nueva.

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