Jóvenes y botellón, la doble cara

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

Perdí la frase, pese a mi costumbre de atril y lápiz. La leí mientras una verbena de alcohol y gritos rompía la noche y mandaba destellos de agresividad contra policías en un pueblo madrileño, como podía haber sido en cualquier zona de copas de Sevilla, Valencia o Granada. También pasó en el viejo Malasaña madrileño hace unos años. No son mendigos ni gamberros, sino jóvenes goodlooking disfrutando en el corazón de la noche. Y no son todos, pero cada vez son más. Blancos de día, negros de noche; modélicos de día, rastreros de noche. Metamorfosis kafkiana. Voy a la frase que olvidé anotar y que venía a decir que toda maldad es un deseo de libertad. La manzana del Edén. Jóvenes esclavos que buscan libertad en la noche abierta. Responsables todos, porque todos pusimos en ello las manos. No es la hora de las cuotas de responsabilidad, sino de los grados de la misma. La libertad se cuaja en el compromiso. Lo que parece anécdota, es paradigma. Y me quedo mirando la cruz que desde Madrid recorrerá España preparando la Jornada Mundial de la Juventud de 2011. Una oferta de libertad y gracia, una oferta para los jóvenes. El Evangelio encierra esa fuerza capaz de buscar la libertad sin que la maldad ande de por medio. Empezar a contemplar la juventud como problema es comenzar mal un camino de acompañamiento. Encarar a adolescentes y jóvenes desde el miedo para mantener la “paz social” no es otra cosa que sembrar vientos. Hay un mundo amplio, generoso, abierto en sus corazones, que es el mundo que hay que cultivar con propuestas y buenas caras.

Publicado en el nº 2.675 de Vida Nueva (del 19 al 25 de septiembre de 2009).

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