Intolerancia anticatólica

(Alicia Santamaría Gálvez– Madrid) La cruz de Cristo es símbolo de amor, perdón y resurrección. El Gobierno socialista, en una nueva muestra de intolerancia anticatólica, por boca de José Blanco, quiere que se quite de los colegios públicos que aún lo conservan el crucifijo, mientras la ministra Cabrera aboga porque cada colegio decida si los mantiene o no.

Como en tiempos de la República, la izquierda política trata de desterrar el cristianismo de España, para que el Estado sea el dios laicista y radical que imponga su ideología sin que nadie contradiga sus preceptos. 

Lo próximo que se haga para fortalecer el laicismo puede ser prohibir la Navidad o cambiar la Semana Santa por la Semana Atea, así como los nombres de Santa Cruz de Tenerife o San Sebastián, o quizá mandar derrumbar conventos, parroquias y catedrales en nombre del “Estado laico y multicultural”, e incluso mi apellido, “por atentar” contra la laicidad.

Casualmente, todas las disposiciones legislativas sobre Religión son siempre amordazando de alguna forma la fe católica. Ahora, la ofensiva del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero recibe apoyo judicial. Se olvida de que España es aconfesional. La “progresía” tolera todas las religiones, excepto la mayoritaria en España, a la que se injuria y es objeto de mofa sistemática según los principios de lo “políticamente correcto”, olvidando que la Iglesia Católica es la institución más antigua de España y la que más trabaja a favor de los más pobres del mundo.

La libertad religiosa y de conciencia, derecho humano fundamental que ampara nuestra Carta Magna, es pisoteada sin complejos con la retirada de crucifijos y la imposición obligatoria de Educación para la Ciudadanía. Se ve que al Gobierno le incomodamos los católicos; por eso trata de apartar nuestra influencia social para contrarrestar nuestros derechos.

En el nº 2.641 de Vida Nueva.

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