Insisto

Chema Caballero(Chema Caballero– Misionero javeriano)

“Es tiempo de Adviento, casi de Navidad. Es, por tanto, tiempo de soñar con una nueva primavera que haga reverdecer los corazones y los inunde, otra vez, de ilusión, y nos haga bailar, celebrar y llenar las calles y plazas, pero esta vez de gente que ama de verdad, que piensa en el hermano”

La Iglesia de España está triste. Le falta la alegría de vivir. Se respira miedo y temor. Comulgamos con ruedas de molino y aunque nos atoramos, no osamos toser, no sea que se tome por una crítica. Y callamos para que no se nos llene de moscas la boca.

Muchos de los que podrían ayudarnos a buscar, reflexionar y caminar están cansados de ser machacados continuamente por el dedo omnipresente y omnipotente de la Santa Inquisición, que sigue torturando y condenando a los que se atreven a pensar.

Da la impresión de que alguien ha tenido la osadía de atrapar al Espíritu Santo y encerrarlo en una jaula, de oro, por supuesto, que ya se sabe que la Iglesia no escatima gastos cuando trata con lo sagrado, y se ha arrogado sus facultades: atando y desatando, haciendo y deshaciendo, aprobando y condenando. Si no, cómo se explica este desmadre.

Ha pasado de moda el corazón; esta (ya larga y cansina) temporada se llevan de nuevo las formas externas, las alharacas, la pompa y el boato y darle mucho jabón al jerarca, no sea que se ensucie con la realidad que nos rodea.

Es tiempo de Adviento, casi de Navidad. Es, por tanto, tiempo de soñar con una nueva primavera que haga reverdecer los corazones y los inunde, otra vez, de ilusión, y nos haga bailar, celebrar y llenar las calles y plazas, pero esta vez de gente que ama de verdad, que piensa en el hermano, que se compromete a crear un mundo mejor para todos y no sólo de cruzadas y quimeras.

Navidad es también tiempo de confiar, porque, como dijo la gran Gloria Fuertes: “Él sabe dónde vamos / y de dónde venimos. / Dios, en cuatro palabras, / es el único que / ‘se las sabe todas’”.

En el nº 2.688 de Vida Nueva.

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