Indignada

MARÍA LERCHUNDI. Correo electrónico | Me indignó el artículo de Pablo Benavides en el nº 2.780 de Vida Nueva, titulado Iglesia y terrorismo: luces y sombras. Me indignó por la ligereza, la parcialidad y la repetición de los tópicos injustos de siempre en el tema de la Iglesia vasca. Es terriblemente injusto.

De las “luces y sombras” anunciadas en el titular del artículo, hubiese sido más exacto titularlo “sombras”, porque aún estoy por descubrir alguna brizna de “luz” referida a la Iglesia vasca en todo su contenido…

Por supuesto que tenemos que entonar el mea culpa en muchas cuestiones, pero ¿solo la sociedad y la Iglesia vasca? ¿Qué ha hecho y qué está haciendo la sociedad española cristiana al respecto? ¿Repitiendo estos tópicos de siempre, magnificados por todos los medios informativos, sin molestarse en indagar la verdad de la realidad más cercana de los que la vivimos, se está colaborando a la paz? Porque todos estamos concernidos en este tema…

Pocas sociedades como la nuestra se ha movilizado creando asociaciones, movimientos, reflexiones, diálogos, declaraciones… y, sobre todo, en la convivencia cotidiana, a favor de la paz. Todo ello ha funcionado, a modo de tractor, y ha empujado y hecho posible el punto de inflexión en el que nos encontramos.

¿Qué información maneja Pablo Benavides? ¿Se puede hablar tan alegremente “a todos los que me escuchan”, como él hace, sin contrastar más realidad que las “sombras”?

Me indignó, a la vez, que una revista como Vida Nueva, con semejante audiencia en el mundo cristiano, eclesial y religioso, se preste y acceda a dar luz a artículos de este calibre cuando se supone –yo al menos lo suponía– que su director tiene una información y un conocimiento más veraz y una ‘fotografía’ que responde mejor a nuestra realidad que la reflejada por el articulista.

Algo de ello ha querido reflejar en el Editorial del número siguiente: “En la tarea pacificadora, la Iglesia en el País Vasco ha venido trabajando infatigablemente, aunque no siempre se haya entendido y respetado esa labor evangélica. Por ello no es justo (…) negarle a la Iglesia vasca ese trabajo silencioso a veces, incomprendido otras, y siempre con luz larga (…)”.

Pues si es esto lo que Vida Nueva piensa sobre la Iglesia vasca, ¿cómo ha podido permitir y colaborar a que la bola de nieve de siempre siga rodando y creciendo justo en estos momentos? ¡Ya está bien!

Pueden enviar sus cartas con sugerencias o comentarios a: director.vidanueva@ppc-editorial.com

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