Ganas de que pasen cosas

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

“Tenía quince años y muchas ganas de que me pasaran cosas”. Son palabras del inicio de la novela Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta, que la autora mexicana pone en boca de la protagonista paseando por los soportales de Puebla. La novela, bien llevada al cine estos días, es un derroche de fuego adolescente, de pasión por la vida y por el amor. La protagonista se niega a que las cosas que le pasan, la hundan y la entierren. Viene bien zambullirse en el pulso de esta novela cuando crece un malestar incierto, con solivianto de noticias que nos cuentan violaciones de adolescentes, asesinadas unas, perdidas y secuestradas otras, juguetes de usar y tirar en fiestas de alcohol hasta la hartura. No es la prensa la que produce asco; es la realidad la que se vuelve nauseabunda. Hago hoy un canto a la adolescencia, tiempo bello y ardiente, tiempo de pulmones henchidos, ojos abiertos para beberse un horizonte ya robado en los osados sueños adolescentes. ¡Qué triste que se pierda la adolescencia! ¡No arrebatemos a los adolescentes esa grandeza de ánimo! ¡No robemos a los adolescentes las ganas de que les pasen cosas metiéndolos en un mundo de adultos que mercantilizaron el sentir! “Ya no quiero sentir”, le dice a la vieja tahúr que le enseñó a sentir. Quiere vivir. No se arregla todo con cambios legales. Urge una visión amplia, generosa, grande, abierta y solidaria que sea capaz de devolver “las ganas de que pasen cosas” a esta adolescencia que no puede renunciar a los grandes proyectos que adelantan el futuro en el sueño de sus ojos claros y llenos de brillo.

Publicado en el nº 2.671 de Vida Nueva (del 1 al 28 de agosto de 2009).

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