Frente al misterio de Dios

(Camilo Maccise– Ex presidente de la Unión de Superiores Generales)

“Un escritor judío, sobreviviente de un campo de concentración, Aharon Appelfeld, en una reciente entrevista, ofreció una clave de acercamiento al misterio de Dios cuando afirmó: ‘En los campos de concentración no vimos a Dios, sino a personas justas’. Recordó así que la bondad de Dios se encarna en la bondad de personas concretas”

Han causado revuelo las declaraciones del gran físico Stephen Hawking acerca de que “la creación espontánea es la razón por la que existe algo en vez de la nada, por la que el universo existe, por la que existimos” y que, por lo tanto, “no es necesario invocar a Dios obrando maravillas y poniendo en marcha el universo”. Ya el año pasado, un biólogo británico, Richard Dawkins, proclamó que hay un 95% de probabilidades de que Dios no exista. Estas afirmaciones han sido amplificadas por los medios de comunicación y han suscitado un debate serio que también ha garantizado la venta del libro de Hawking, hábil conocedor de los mecanismos que promueven las ganancias económicas.

Es verdad que para el creyente la presencia de Dios llena el universo, porque “en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28) y Él mismo habita en nosotros y es más íntimo a nosotros que nosotros mismos. Al mismo tiempo, “a Dios nadie le ha visto jamás” (Jn 1, 18). Un escritor judío, sobreviviente de un campo de concentración, Aharon Appelfeld, en una reciente entrevista, ofreció una clave de acercamiento al misterio de Dios cuando afirmó: “En los campos de concentración no vimos a Dios, sino a personas justas”. Recordó así que la bondad de Dios se encarna en la bondad de personas concretas. Él mencionaba médicos, enfermeras, maestros, religiosos, religiosas y también creyentes y no creyentes cercanos a las necesidades de los demás.

El misterio de Dios está presente en la historia, en todas las cosas y acontecimientos, pero se vislumbra especialmente en el ser humano hecho a su imagen y semejanza. Por eso, Clemente de Alejandría se atrevió a decir: “Has visto a tu hermano, has visto a tu Dios”.

cmaccise@vidanueva.es

En el nº 2.723 de Vida Nueva.

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