Experiencia

Ángel-moreno(Ángel Moreno, de Buenafuente)

“Me atreví a decirle que lo más importante es que hubiera tenido la experiencia del encuentro con Jesús, y que si ésta le había sucedido, todo lo podría pasar. Con voz sosegada, afirmó: “Yo sé que Dios ha salvado mi vida”. A lo que le respondí: ‘Si recuerdas siempre ese acontecimiento, podrás cruzar el desierto de la prueba’”

En el itinerario de peregrinación tras las huellas de san Pablo en Roma, visitamos las Basílicas Mayores y la de la Santa Cruz de Jerusalén, encomendada a los PP. Cistercienses. En ésta pudimos venerar reliquias insignes y admirar una extensa exposición de iconos, que corría por todas las paredes del templo.

Al bajar a la cripta, a la capilla de santa Elena, observé que había un joven de guardia e intuí que sería un monje. Por la empatía con la Orden del Císter, me acerqué a saludarlo y confirmó que era postulante.

En la conversación le nombré varios monasterios españoles, pero no conocía ninguno; ni siquiera le sonaba el beato Rafael, que será canonizado en breve. Me quedé extrañado, pero el joven me explicó que llevaba de postulantado tan sólo medio año, y que estaba viviendo un momento difícil.

Me atreví a decirle que lo más importante es que hubiera tenido la experiencia del encuentro con Jesús, y que si ésta le había sucedido, todo lo podría pasar. Con voz sosegada, afirmó: “Yo sé que Dios ha salvado mi vida”. A lo que le respondí: “Si recuerdas siempre ese acontecimiento, podrás cruzar el desierto de la prueba”.

En el nº 2.678 de Vida Nueva.

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