Evangelización y caridad protagonizan el Año Santo de San Julián

Cuenca recuerda a su patrón

(J. F. Martín) Los antiguos obituarios del obispado de Cuenca señalan que la muerte de san Julián tuvo lugar el 20 de enero de 1208. Sin embargo, su fiesta quedó anclada en el santoral ocho días más tarde, probablemente, por conveniencias litúrgico-pastorales. Ocho siglos y un año después, el 28 de enero de 2009, la ciudad volverá a ensalzar la figura de uno de los grandes evangelizadores de los siglos XII y XIII; aunque con un significado especial, ya que ese día se clausurará el Año Jubilar con el que se están conmemorando los ocho siglos de la muerte de este santo de origen mozárabe. 

La figura del santo patrono ha congregado en los últimos meses, en la catedral, a más de 60.000 conquenses, una cifra que los responsables del Año Jubilar valoran con realismo: “En la organización de cualquier evento siempre gusta que pase más gente. Sin embargo, ese deseo se diluye cuando una sola de las personas que han pasado por la catedral sale feliz, con la convicción de que ha merecido la pena, con deseos de comerse el mundo y con ganas de vivir el Evangelio sin medias tintas”, señala Miguel Ángel Albares, vicario general de la diócesis de Cuenca. El obispo, José María Yanguas, incide en que el Año Jubilar debe ser “un tiempo de revitalización de la fe que mueva a una acción más decidida; de fortalecimiento de la esperanza que genera seguridad y optimismo; de robustecimiento de la caridad que hace más sensibles a las necesidades de los demás y estrecha los lazos de la comunión”.

La biografía del santo patrono de Cuenca, segundo obispo de la diócesis, deja muchos claroscuros. Llegó en 1198 a tierras conquenses, donde ejerció su ministerio episcopal durante una década. A pesar de las dificultades para reconstruir su biografía, hay varios perfiles de su vida que perviven en la actualidad, entre los que destaca el impulso evangelizador y misionero que impregnó su ministerio. Esta faceta del santo patrono ha tenido su reflejo en el Año Jubilar, que se ha convertido en una gran oportunidad “para aumentar el celo apostólico que lleve a proclamar el Evangelio abierta y audazmente, sin miedos paralizantes ni cobardías inhibitorias, con respeto para la conciencia de todos, pero sin que ello deba significar menor entusiasmo y determinación en la acción pastoral”, explica José María Yanguas. 

Modelo vivo de caridad

Además del tesón evangelizador, Miguel Ángel Albares subraya que “si algo se recuerda de la figura de san Julián es que se le llamó el verdadero padre de los pobres. Llegó a una diócesis muy pobre en la que desarrolló una misión caritativa sin precedentes”. Por este motivo, en el Año Jubilar se ha querido poner un acento especial en la caridad, por lo que, según explica el obispo, “nos hemos comprometido a construir dos templos en la Iglesia particular de Kinkala, en el Congo -donde está destinado como nuncio apostólico el conquense Andrés Carrascosa-; a poner en marcha, en Cáritas, el que hemos llamado Comedor de San Julián; y a crear un Centro de Atención a la Familia que ayude a las familias y esposos en dificultades”. 

Estas tres iniciativas se han convertido en los frutos de la caridad actualizada de san Julián. El próximo podría ser la capitalidad cultural europea de 2016 para Cuenca. ¿Y qué tiene que ver san Julián con esto? La exposición IVLIANVS  1208-2008, la gran apuesta cultural del Año Jubilar, podría ayudar a conseguir el objetivo. Una muestra que, como el Año Jubilar, se cerrará en la catedral de Cuenca el próximo 28 de enero de 2009.

En el nº 2.641 de Vida Nueva.

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